La asociación de comisiones de falla que venden lotería contra reembolso homenajeó ayer a quien fue durante años su presidente, Enrique Miñana, en un acto que viene también a ser una especie de homenaje al fin de una época y de una forma de obtener recursos económicos que, en palabras de los protagonistas, parece tocar a su fin salvo que las que lo hacen actualmente sepan adaptarse a la realidad actual.

Desde hace cerca de 60 años, los casales han sido escenario de una labor constante. Generaciones de falleros han sido auténticos funcionarios de sus comisiones, encargados de meter en sobres y franquear décimos de lotería que se enviaban a posibles clientes con un recargo. Durante años fue la principal fuente de ingresos para muchas de ellas. Actualmente, sin embargo, es una fórmula claramente a la baja. La falla del Pilar es la que más actividad tiene de este tipo, pero otras 22 también lo utilizan con diferentes volúmenes de negocio: Pie de la Cruz (la falla precisamente de Enrique Miñana), Cuba-Literato Azorín, Periodista Azzati, Espartero, Merced, etcétera.

Tal y como aseguraban el presidente del colectivo, Vicente Bayarri, y el responsable del reembolso en Pie de la Cruz, Vicente Calpe, «es una actividad con un margen de beneficio cada vez menor. La última subida de las tarifas de correos ha sido ya poco menos que la puntilla». Los números son aterradores: «el cálculo está hecho y no engaña. Enviar un único décimo de veinte euros, con un recargo de ocho, da tan sólo tres céntimos de beneficio. Y porque la mano de obra no se paga. Sólo vale la pena si los envíos son masivos». El reembolso es una actividad especialmente perversa para sus protagonistas. Y podía ser peor: «afortunadamente, Correos sí que nos da a cambio una devolución de décimos antes del sorteo bastante alta. Porque ya se sabe que si un décimo llega después del sorteo, te lo tienes que "comer"».

La venta de lotería contra reembolso supone mover muchos miles de euros para un discreto margen. Se envía el correo certificado con el décimo y el cliente puede quedárselo o rechazarlo. Miles y miles de cargas y franqueos. El principal valedor es «las ganas de jugar del jugador. Desgraciadamente, no hemos conseguido que la marca "lotería fallera" sea un reclamo extraordinario». Se suspira con que, más pronto que tarde, algún premio gordo vaya a parar a una falla. «Eso supondría una proyección de la marca muy importante».

Además, la lotería contra reembolso tiene ahora muchos competidores. «Especialmente, la venta por máquina. Por no hablar de la venta on-line, la aparición de otros juegos de azar, la crisis económica, que hace que hayamos pasado del "apúntame" al "ya te llamaré yo cuando quiera un décimo"». La esperanza es la de arrimarse a las redes sociales. «Este año se ha funcionado muy bien con wasap. Sólo a base de mucho trabajo podemos seguir teniendo a través de la lotería una forma de ayudar a la comisión, pero ayuda tenemos la justa».