El primer sábado del mes fallero cumplió con las expectativas. Las altas temperaturas acompañaron ayer el séptimo disparo, a cargo de la pirotecnia Aitana, de Bèlgida, mientras miles de valencianos y, cada vez más turistas, llenaban la plaza del Ayuntamiento y las calles adyacentes.

Con una traca inicial y 150 kilos de material reglamentado disparado, la mascletà de ayer no dejó indiferente al público. «Estoy muy satisfecha. Ha sido perfecta, tal como queríamos. Estamos muy emocionados con el aplauso y la acogida que nos han dado, señal de que lo hemos hecho muy bien», comentaba pletórica Isabel Benavent, una de las pirotécnicas de Aitana, tras finalizar el disparo y saludar desde el balcón del ayuntamiento.

La mascletà contó con la ayuda de lo digital para ejecutarse. «Esta plaza es la catedral de la pirotecnia, teníamos que combinar también el disparo digital», destacó Benavent. «Yo personalmente me he emocionado mucho, y creo que la gente también. Cada año me emociono, aunque lleve ya tiempo viniendo. El día que no lo sienta me retiraré», declaraba la pirotécnica en el abarrotado balcón del consistorio.

De hecho, tan repleta estaba ayer de gente la balconada municipal que algunos tuvieron que salir un momento del mismo para que pudieran entrar las falleras y sus cortes. El «overbooking» en la casa consistorial se acentúa conforme se acerca el día de San José. Uno de los invitados de ayer fue el niño ganador de la última edición de Masterchef Junior, el puçolenc Manuel.

Contra el PGOU

A pie de calle, el fuerte calor provocó 41 lipotimias. Los servicios médicos de Cruz Roja atendieron además un caso de brote psicótico, algo poco común en este contexto. También se registró un accidentado por una quemadura en un hombro y otro por objetos extraños en el ojo. Por otro lado, la Intifalla volvió a manifestarse bajo el balcón del ayuntamiento. Ayer lo hicieron en contra del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), con lemas como «L'horta és futur». Anteriormente un centenar de activistas de AnimaNaturalis protestaron ensagrentados y con banderillas «clavadas» en sus cuerpos contra las corridas de toros de la feria taurina fallera.