Si tomamos los dos extremos, las cortes de honor de 2016 serán exactamente iguales a las de años anteriores o marcarán un antes y un después en la aplicación de criterios. Es lo que tiene llegar en un año de estreno general. Con nueva directiva de la Junta Central Fallera, con nuevo espectáculo y con jurado revolucionario en su composición. Incluso en su ejecutoria. Comentaban los miembros del jurado infantil, por ejemplo, que lo que más llamara la atención fue que organizaran una prueba en la que las niñas y sus padres se disfrazaron con material reciclado, en un ejercicio en el que buscaban, lógicamente, la interacción y el compromiso. Las visitas este año han tenido de todo: desde la de las mayores al IVAM „donde, casualmente, la exposición estaba dedicada al franquismo„ o que las infantiles pudieran asomarse al balcón del ayuntamiento, aunque sin «mascletà» a sus pies. También los jurados sabrán, tanto en mayores como en infantiles, hasta qué punto es excluyente no ya el hablar valenciano, sino el intentarlo.

En cualquier caso, la materia prima, la candidata, es la misma que cualquiera de los años anteriores. El tipo de joven valenciana que se presenta a este juego no ha variado de un año a otro, pero si la tipología, especialmente en el enorme intervalo de edad. Tanto, como que la más joven y la más mayor se doblan la edad: 17 y 34 años. Desde hace tiempo, el aumento de la edad media de la candidata es mucho mayor que décadas atrás, cuando las veinteañeras eran minoría.

Lo que parece claro también es que será la última elección al uso. Por lo menos, son muchas las voces que sugieren hacer esta noche todo el proceso y elegir también a las falleras mayores de la ciudad. Aunque esto supondría eliminar la liturgia de la llamada telefónica y todo el ritual que tiene lugar en el ayuntamiento y en el domicilio y el barrio de las elegidas.

Una vez elegidas, también se abre la incógnita de qué papel tendrán las representantes de la fiesta en esta nueva legislatura. No hay que engañarse: a los ideólogos falleros de Compromís ni les gusta, ni les interesa el «falleramayorismo». Y si pueden denostarlo, mejor. Pero, en la práctica, el lenguaje es otro. Sí que salta a la vista que se le va a pretender dar un giro a esta figura. A nadie escapa que tienen un poder de atracción más que aprovechable y que, bien gestionada, la fallera mayor de Valencia y la corte pueden servir para impulsar de diferentes formas la imagen de la fiesta.

Todo esto será después de la medianoche. El espectáculo también se espera con interés para saber si cambia mucho respecto a los de años anteriores. Pero no hay que engañarse: casi todos los ocho mil asistentes quieren que la noche pase deprisa y que el sobre se rasgue lo más rápidamente posible. Para poder celebrarlo o maldecirlo.