Su propia existencia se la debe a las fallas. Porque su padre había echado el ojo a una joven de Archiduque Carlos-Chiva y, como carabina del grupo de amigos „su cuñado era el presidente Vicente Marzal, allá por los ochenta„, se apuntó a la misma para estrechar el cerco. Y lo consiguió. Después vino todo lo demás: la boda y la llegada de Iris años después. «Mi padre es el invitado a la falla porque mi familia materna es de allí de toda la vida. Mi abuelo fue uno de los fundadores y una tía fue de la corte de honor en el año 1956, cuando apenas llevábamos tres años de existencia.

Iris también es hija de la época más brillante de la historia de la comisión. Su infancia y adolescencia la vivió con la falla en Sección Especial. Fue fallera mayor infantil el último año antes de dar el salto, en 2002. «La falla del Sherlock, aquella que se le cayó un trozo del remate cuando habíamos conseguido el cuarto puesto. A partir de ese año es cuando subimos. Mis recuerdos son muy bonitos de esa época. Pero volveremos. A Especial o a Primera A. El sitio en el que estamos ahora no es el nuestro. Porque si no hemos estado en la máxima categoría, hemos estado en Primera A. Y hemos ganado la Especial infantil... eso quiere decir que somos una comisión donde la falla siempre ha sido prioridad».

La comisión de la antigua Dependencia Mercantil repite alegrías cortesanas, porque María Andrés apura su año en la infantil de 2015. Pero de mayores hacía ahora veinte años que no lo vivían, cuando fue elegida Cristina Fernández. Su experiencia infantil es, cuanto menos, rara: «no me presenté porque no quise. Mi ilusión había sido ser fallera mayor, lo fui y luego me preguntaron si iba a presentarme. Yo les contesté: "¿Presentarme a qué?" y la verdad es que no lo hice». Pasados los años, la historia fue casi parecida: «la verdad es que, para ahora, me apunté el último día del plazo. Bueno, quizá hay veces que ser fallera mayor se plantea como un paso previo para ser de la corte. Como se puede ver, mi prioridad era mi falla. Si, una vez que me presenté, lo he peleado, he querido hacerlo bien y que me hayan elegido es un regalo extraordinario. Más contenta no puedo estar». No es un cargo que le sea ajeno: uno de sus 18 primos y fallero de la comisión, el más cercano afectivamente, es Ivan Marzal, marido de Sandra Climent, fallera mayor de 1997.

Es coordinadora de marketing y comunicación de la firma Kualocho, donde coincide con Beatriz Hernani. Normal que en la falla haya sido delegada de medios de comunicación, además de femenina y play back. Y en casa es la menor de 18 primos, que ya le han dado quince sobrinos.

De las pruebas se queda con una frase del jurado: «Nos dijeron: "olvidaros de todo lo que os han dicho". Ya el primer día, como se pudo ver, tuvimos tres visitas a museos y después una puesta en común».