«Vamos a dejar la comisión en "stand-by" este año y al que viene, ya veremos lo que pasa. Es una decisión difícil, pero es lo que hay que hacer». Así lo reconoce el presidente, Antonio Platero. El pasado fin de semana, los falleros que quedan en Nou Campanar tomaron el camino más doloroso posible: la comisión no existirá como tal este año. No habrá falla ni actividad. Y el año próximo, aprovechando las prerrogativas que da el reglamento fallero, decidirán si continúan o no.

Con esta decisión se interrumpe, de momento, la historia más brillante de una comisión en la historia de la fiesta. Al menos, por la relación años de vigencia-premios logrados. Incluyendo siete victorias en la sección especial adulta y otras tantas en infantil, todo ello en apenas trece años de vida. La salida de Juan Armiñana, que era el principal sustento económico de la misma, ha precipitado los acontecimientos en un grupo que no parece haber sido capaz de adaptarse a la nueva coyuntura económica y social. La salida masiva de falleros es la que ha provocado que Nou Campanar sea, ahora mismo, inviable. El pasado ejercicio aún pudo sostenerse con un grupo humano ya más reducido, pero con el inicio del nuevo curso ya no era posible.

Nou Campanar presentó los censos, pero la imposibilidad económica le ha llevado a no contratar artista. Y mientras no haya falla, la Junta Central Fallera tampoco puede autorizar la celebración de eventos en la calle.

El futuro se puede escribir a partir de ahora con diferentes trazos. Podrían continuar como asociación cultural, pero sin actividad en la calle (una simple reunión de personas). Actualmente, la planta baja que fue casal el pasado ejercicio se ofrece en alquiler. La única esperanza de plantar este año sería que la renuncia despertara una reacción entre personas que quisieran incorporarse (alguna vez ha pasado con fallas históricas). Pero, a estas alturas, ya tendría que plantar fuera de concurso.

Si esto no se produce, la comisión no pierde ni la denominación ni la demarcación y, al inicio del próximo ejercicio, podría volver a la actividad. Sería lo que se conoce como «falla reorganizada». En caso contrario, debería celebrarse una junta de disolución y, en caso contrario, la JCF puede actuar de oficio y dar de baja a la comisión. Sólo a partir del tercer año es cuando podría constituirse una falla de nueva creación o que la comisión vecina (la más cercana es Hernández Lázaro-Valle de la Ballestera) solicitara ampliar su demarcación. En cualquier caso, un triste punto y seguido para el gran referente de la fiesta en el Siglo XXI.