En condiciones normales, escuchar tu nombre como componente de la corte de honor llamándote Ainhoa debería ser fácil y rotundo. Es un nombre no especialmente extendido. Pero el tema se complicaba si, entre las finalistas también había una Aina y una Ainara. Lo que recuerda Ainhoa Rivera Tejados es que «no escuché mi nombre. Estábamos cogidas de las manos y me acuerdo que Desiree me decía "tu tienes que salir" . Tenía a Tamara a mi izquierda y lo único que recuerdo es que se me tiraron encima para felicitarme». Todo un torrente de emociones, pero con una ventaja para ella: que fue la primera en ser nombrada, con lo que el «patiment» se le acabó con bastante rapidez. A partir de ahí pudo vivir su gran noche con más tranquilidad «aunque perdí la cuenta de las que salían, especialmente a partir de que saliera Paqui, que me alegró mucho porque es compañera de clase».

Veinte años, estudiante de derecho para seguir la norma y un nombre, ese que se oyó el primero, en recuerdo de sus antepasados. «Mi familia materna viene del País Vasco. En concreto, de Amorebieta». Los avatares familiares llevaron a su madre, Begoña, a Valencia desde muy pequeña, aunque su familia, antes de recalar por aquí, hizo un giro a la derecha según se baja, hasta Villahermosa, en Ciudad Real, ya casi coqueteando con Jaén. «Conozco alguna palabra suelta en euskera», pero ella es hija del Marxalenes de la vía del trenet.

Hace diez años fue fallera mayor infantil, coincidiendo con el 50 aniversario de Dr. Peset Aleixandre-En Guillem Ferrer. Ninguna de la hornada de 2016 ha sido corte infantil. Ella también. «Pues no, no pasé el sector. Luego me dijeron que me habían eliminado por alta. Porque además, lo era». Tuvo que esperar a 2016 para ser la primera representante en el «hall de la fama» cortesano de su comisión. Y tras año único, compartido con su hermana como fallera mayor infantil.

Pero si en alguien piensa, al referirse a las fallas y al aspecto familiar, es en mamá. «Es ella la que nos ha inculcado todo lo que son las fallas. Llegó a Valencia muy pequeña y es muy fallera desde el principio». Tanto como ella. «He trabajado mucho con las infantiles y con la secretaria. De hecho, he ido infinidad de veces a la sede de la Junta Central Fallera. Las fallas son parte de mi vida». Y lo que le queda a partir de ahora.