Durante mucho, quizá demasiado tiempo, la progresía fallera no ha sabido separar el grano de la paja y ha rebozado su discurso sobre la fallera mayor de Valencia con oleadas de reproches relacionados con machismo y franquismo, y con los conceptos «burguesía» y «caspa» como invitados especiales. Sin dejar de tener razón en parte, las cosas se pueden decir de otra manera y tender puentes. Por ejemplo, como lo hizo un miembro de la ADEF tan significado como Josep Lluis Marín, que explicó a Alicia Moreno y su corte por qué recibían ayer una clase sobre historia de las fallas: «porque sois mucho más que mujeres florero. Sois un foco mediático y lo debemos aprovechar todos: la fiesta y vosotras mismas». Y es que es ejercicio de campaña electoral para la Unesco y «todos tenemos responsabilidad, pero vosotras, por estar donde estáis, más». Se codearán con personalidades, especialmente la fallera mayor, y es conveniente tener los conceptos frescos y ordenados.

Y una conferencia de Marín y Javier Mozas tiene que ser, por fuerza, mucho más rica de lo que puede pensarse del concepto «charla sobre el origen de las fallas». Las trece salieron ayer, seguro, sabiendo mucho más de la fiesta, porque los conceptos que ya se conocen (y los que no) aparecían ordenados. Siendo la principal conclusión que «es una tradición, pero que evoluciona con el paso del tiempo. Y conocer el pasado es la mejor forma de garantizar el futuro».

Lo primero que hicieron fue reconocerles que la tesis del origen de las fallas a través de los carpinteros «es muy romántica, pero no está demostrada». Y apelaron más a la mezcla de tradiciones. Así, Marín recordó cómo las antiguas fallas recuerdan a los altares vicentinos o posteriormente a las rocas del Corpus. Les mostraron los «ninots de tiro» y los de «carrer» para llegar a la conclusión de que es ese mezcla de elementos la clave para entenderlo. Pero, a la vez, desvelaron la implicación de los oficios artísticos al analizar los perfiles de los solicitantes de plantar fallas decimonónicas: carpinteros, pintores y tapiceros en su mayoría.

Explicaron cómo tardó en arraigar el traje negro, episodios como las «Fallas de la Gratitud» de 1958, el documento de 1784 prohibiendo las fallas pegadas a las paredes de las casas, el carácter de «inquisición del barrio» de las fallas primigenias, la evolución de los materiales y de las fallas infantiles. Ellas se sorprendieron con la indumentaria femenina de hace medio siglo y se les mostró la evolución del papel de la mujer en la fiesta. Entre muchas otras cosas. La próxima charla la dará Jorge Guarro sobre qué significa ser Patrimonio de la Humanidad.