La Interagrupación de Fallas esenificó durante la entrega de los premios Pepe Monforte, la doble situación en sus relaciones con el ayuntamiento de Valencia: aceptar la necesidad de cambios, pero que no lleguen de forma precipitada y la tirantez con ese poder municipal. Eso es lo que expuso el presidente, Jesús Hernández Motes, a pedirle a los representantes de la Junta Central Fallera «que tengan paciencia, que no quieran correr demasiado. Que los cambios, que posiblemente sean necesarios en la feista, no se tiene por qué hacer en dos días y no se tiene por qué cambiar aquello que funciona, lo que las fallas entienden como correcto. No tomen decisiones demasiado aceleradas, como si se les acabara el tiempos. No busquen charcos donde nos los hay para meterse en ellos y, por favor, sean honestos con los falleros, que hace tiempo que huimos de la grandilocuencia».

El discurso fue duro en algunos momentos, como cuando aseguró que el colectivo fallero «no quiere que ningún trilero nos venda la moto ni que se nos haga la pelota. Queremos realidades».

«Si se nos margina, algo falla»

Y también se refirió a la necesidad, casi exigencia, de verse correspondidos. «Si desde el ayuntamiento, al que estamos reglamentariamente ligados, se nos margina o no se nos devuleve ese caudal de riqueza que los falleros famos a la ciudad, alguna cosa falla. Y no me refiero a dinero, sino a colaborar con las fallas y dejarnos cumplir el rito de la fiesta en respeto y colaboración con el resto de ciudadanos. La interagrupación se merece un respeto y si alguno se cree que está por encima del bien y del mal, recibirá de las fallas el mismo trato, sea indiferencia, amistad o colaboración. Y si es desprecio lo que recibe, los falleros sabrán perfectamente lo que tienen que hacer».

«Los que antes nos insultaban»

Más aún, también dejó otros mensajes con fuego: «por suerte o por interés, da igual, ahora parece que las fallas es una fiesta interesante. Pero los falleros, a los que les gusta sentirse, ahora, valorados por los que hace cuatro días nos insultaban, no están dispuestos a aceptarlo a cualquier precio, como si fuéramos víctimas de una moda», para asegurar también que «las fallas no son de derechas, como salvapatrias quieren hacer creer». Y de la RACV justificó el premio en que «no queremos saber de corrientes lingüísticas ni de discusiones del sexo de los ángeles». Optó por no acabar con unos versos de Ampar Cabrera, como al principio estaba previsto.

Fuset acudió, pero a la cena

En ese acto de entrega de premios no estuvo presente el concejal de fiestas, Pere Fuset, en el marco de esa tirantez y del hecho de que uno de los galardonados fuera, precisamente, una RACV que protagoniza la discusión lingüística del momento. Y Jorge Guarro, sobre el que el alcalde Joan Ribó pidió en su momento la dimisión, pero que fue mantenido como delegado de promoción exterior de la JCF pese a su imputación en el caso Gürtel, empleó una buena parte de su discurso en aludir sin nombrarlo a este hecho que dijo ser «de mi vida personal» y que «no he buscado. Ser valiente es mi única opción porque lo fácil sería agachar la cabeza», agradeciendo, de los concejales con los que ha estado, a Felix Crespo y Francisco Lledó.

Fuset llegó a la cena posterior, así como el también concejal y fallero Carlos Galiana, tras visitar todas las iluminaciones navideñas instaladas en las plazas de la ciudad. Antes del discurso del presidente ya se había marchado la fallera mayor de Valencia, su corte y el vicepresidente José Manuel Acosta. Estuvieron presentes los concejales Félix Crespo (PP) o Amparo Picó (C´s).

A Fuset, por cierto, no le había hecho gracia que el programa del acto estuviera acompañada de un membrete del ayuntamiento, en el que no había ningún acento y que la concejalía pasaba a ser «Regiduria».