El de lo muy grande y lo muy pequeño. El acto sirvió para reunir las dos realidades de monumentos falleros y, por ende, de comisiones que se arraciman en una de las zonas antiguas de la ciudad. Así, resulta poderoso ese encuentro de extremos, que incluye una falla de Sección Especial y hasta tres de Primera A mientras que, por abajo, las hay pequeñas, casi artesanales, incluyendo las dos que menos dinero han declarado en falla grande este año. También es reflejo de grupos humanos, por lo general no muy numerosos en efectivos, pero con diferentes realidades de supervivencia.

Los extremos son tan llamativos, que tan sólo hay dos comisiones que podrían considerarse «puente»: Pie de la Cruz (en Segunda A) y Bolsería (Tercera A). A partir de ahí, En Plom marca el inicio de las más modestas, que no por ello menos tradicionales (son visita obligada en marzo), centenarias y competitivas. Prácticamente todas presentan artistas de calidad, contrastados, incluyendo las que se mueven de mitad tabla hacia abajo. Dos de ellas, En Sendra y el Pilar, defienden título del año pasado. Tan solo falta en este colectivo Pintor Domingo, que no pertenece a la Agrupación y que, de hecho, camina hacia su unión con el Mercado Central