Y la corona volvió a Cuba-Literato Azorín, tras dos ejercicios posada sobre su vecina Sueca. La emoción no es para menos. «Para nosotros ha sido más que un premio; ha sido una alegría inmensa», explicó el presidente de la comisión ganadora, Pepe Giménez. Un premio merecido que culmina un año de contratiempos. Y es que sus famosos puestos han visto reducidos drásticamente su número en este año, uno de los más difíciles para esta histórica comisión: «El bando de fallas nos pilla fuera de juego, porque ya lo teníamos todo contratado y hemos tenido que reubicar algunos puestos y arreglarlo todo a última hora porque no tenemos más remedio».

Las disposiciones municipales han dejado, la calle de Cuba expedita, sin posibilidad de poner puestos de venta. Ayer amanecieron cansados, pero con el rostro iluminado por saberse ganadores. «Estuvimos celebrándolo, incluso vino una charanga para animar la fiesta que ya estábamos montando» añade.

Manuel Araix, vicepresidente de la comisión, tampoco puede ocultar su alegría: «el hecho de que nos dieran el primer premio ha sido algo importante para nosotros. Toda la comisión se puso a saltar, a bailar, a abrazarse. Está siendo una fiesta todo el día. Las fallas vecinas siempre son muy buena competencia, supongo que esto va a gusto de los jueces y este año nos ha correspondido a nosotros». Respecto al tema del bando, las ideas claras: «El premio ha sido reconfortante para nosotros, porque estos días lo hemos pasado bastante mal. Al menos este año difícil ha visto un aliciente con un premio que llevábamos sin ganar dos años».

Belén Martínez, estudiante de la universidad de Navarra, cuenta su odisea: «Me he venido de Pamplona adrede solo para ver las calles iluminadas. Solo puedo venir ahora y debo volverme el lunes. Saber que la falla de mi barrio ha sido la ganadora del concurso de iluminación merecía una visita obligada», añade mientras se dispone a disparar una fotografía.

Como ella, decenas de turistas aprovechan y también se inmortalizan bajo ese esqueleto blanco de bombillas LED apagadas. «Valdrá la pena venir esta noche a verlas, en todo su esplendor». A partir de las ocho y media, tanto Cuba como Sueca encienden con espectáculos cada media hora.

Y ésa es la pregunta: ¿vale la pena vivir con la demarcación patas arriba todos los días? La respuesta es clara: «Puede que sí, que haya sido un año complicado, pero por la ilusión que le ponemos. Es puro amor a la fiesta», aclara el presidente. «Nosotros no ganamos nada. Y a pesar de todo, vale la pena meterse en esto, solo hay que ver las caras de las personas que vienen a verlo. Se les iluminan». Nunca mejor dicho.