La historia de las fallas, en su vertiente competitiva, tiene muchas páginas escritas con lo previsible. O con sorpresas muy relativas. Por ello, lo sucedido en las fallas de 2016 pasará a la historia como una de las mayores conmociones en su historia. Cuba-Literato Azorín se alzaba anoche con el primer premio de la Sección Especial. Resulta muy difícil encontrar a alguien que dijera, hasta las horas anteriores, que contaba con la comisión de Russafa como ganadora.

La falla es muy buena, pero todas las quinielas se movían entre Convento Jerusalén y l'Antiga de Campanar. Sí que es verdad que la comisión ruzafeña había dado un subidón en las apuestas, pero éstas no llegaban más que a ocupar plaza en el podio. Se pensaba que iba a superar al Pilar y al resto de las bien colocadas. Incluso los había que le llegaban a ungir con la medalla de plata, pensando en una mala resolución de alguna de las dos grandes. Pero de ahí a ganar mediaba un abismo. Más incluso que el de ayer con las fallas infantiles.

El jurado, compuesto por siete personas elegidas al azar, algunas con experiencia en estas lides y otras versos más libres, estuvo formado por Manuel Balaguer Zapata, Fernando Manjón Estela, Miguel Cortón Álvarez, José Gisbert Bronchal, José Luis Font Barona, Jesús Montiel Llora y Francisco Castell Ibáñez. Todavía hicieron una segunda batida por la tarde Los falleros de Convento y de l'Antiga vieron subir las pulsaciones al verles, pero lo que no podían imaginar es que lo más que iban a decidir entre ellos era la segunda posición.

Pere Fuset desgranó los premios de ingenio y gracia. Ahí ya ganó Cuba. Con el tercer premio de l'Antiga parecía cumplirse el vaticinio, pero la respiración se heló a todo el mundo cuando, en esa segunda plaza, aparecía el nombre de Convento Jerusalén.

«Todos los días, fiesta»

Seguramente más de un integrante de Cuba-Literato Azorín anoche necesitó sentarse para digerir la alegría. Los falleros empezaron a creerse la noticia a medida que aumentaba la expectación y la aglomeración a los pies del monumento.

«Cuando han dicho el segundo y no éramos nosotros, el primero, afortunadamente, no lo hemos oído. Me he puesto a llorar y no he visto nada más», afirmaba el presidente, Pepe Giménez. «Va a ser histórico por la cantidad de primeros premios que tenemos», aseguró Giménez, e indicó que a la comisión „que es «muy trabajadora y luchadora»„ ahora le toca disfrutar.

Amparo Olmos, fallera mayor de Cuba-Literato Azorín, definió el momento en el que se supo que ganaban como «una explosión de sentimientos, de alegría, de emoción... ha sido para no olvidarlo nunca», aseguró y confesaba que había sido «una sorpresa total, pero ya tenía que llegar» y además lo hace en un año «muy completo». «Todos los días que quedan van a ser una fiesta», aseguraba la representante.

Después de celebrar el premio a los pies de la falla (con cava incluído), la fiesta se desplazó bajo las luces de la calle, donde sonó el mítico «We are the champions» de Queen. Los abrazos, los besos y las lágrimas se extendían entre los integrantes de la comisión, y muchos conocidos se acercaban para felicitar. También estuvo presente el artista, Carlos Carsí, feliz y orgulloso del trabajo realizado.

Una comisión que «cae bien»

La de Cuba-Literato Azorín es la historia del patito feo de la categoría. Es una comisión que cae bien siempre. Una cara amable, pero a la que la historia había maltratado.

Dieron el salto a Sección Especial en 2002,después de unos años en la categoría de plata. Durante los primeros años no tuvieron más opción que la de ser actores secundarios. Los premios oscilaron entre el sexto y el undécimo.

José Giménez siempre había afirmado que su filosofía era la de ir poco a poco y que, con el paso de los años, acabarían estando en lo más alto. El vaticinio parecía cumplirse con el fichaje de Pere Baenas, que les llevaba al cuarto premio en 2011. Por entonces ya tenían claro que era necesario alimentar los desembolsos jugándosela con la iluminación artística, con la que rivalizarían desde entonces con los vecinos de Sueca. Al año siguiente llega la mítica «Floreal» (excepcional para algunos, sobrevalorada para otros), que les da el segundo premio. Y en 2014 echarían el resto con un proyecto de Vicente Llácer que optaba a la victoria, pero que acabó con el tercer premio y destrozada.

El año pasado bajaron el pistón y en la presente edición se hacían con los servicios de un artista de proyección, Carlos Carsí, para que debutara en la categoría. Se esperaba un monumento bueno, muy voluntarioso, propio de quien se estrena y lo da todo.

La falla fue la segunda en llegar a su cruce (sólo le ganó Na Jordana). Pero conforme fue subiendo piezas, la sensación iba creciendo en positivismo. Tanto, que, como queda dicho, pasó a ser candidata al podio. Lo que pocos, o nadie, esperaba, es que sería en lo más alto. No es, sin embargo, un caso nuevo el de Carsí, debutar con victoria en Especial. Ilustres como Pedro Santaeulalia o Paco López hicieron lo mismo.

Es la recompensa para una comisión para la que la vida no es fácil. Aunque parezca increíble, en 61 fallas plantadas jamás habían ganado un sólo primer premio. Ni siquiera cuando se movían en terceras y cuartas categorías.

Este año, para que no les faltaran adversidades, se encontraron con el bando municipal, que les obligaban a retirar cualquier instalación de su calle. Y menos puestos de venta ambulante. Por entonces, el presidente decía que «no vivo más que para sacar el presupuesto».

Las cosas parecieron mejorar el pasado fin de semana, cuando se alzaban con el primer premio de iluminación. A partir de ahí, todo vino rodado.