Dice un lema repetido con la asiduidad de lo que es verdad en el mundo fallero que las Fallas del año siguiente comienzan el día 20. Pero este año, hoy empiezan las Fallas de noviembe. La Cremà de casi 500 monumentos en Valencia y también en otras localidades como Cullera, Xàtiva, Alzira, Borriana, Benicarló, Benidorm o Torrent, entre otros de municipios de toda la Comunitat Valenciana, puso ayer fin a las Fallas de 2016 apenas seis meses antes de que en noviembre la Unesco se reúna en Adis Abeba para decidir si las declara Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Fue una Cremà sencilla, al menos más que la del pasado año, cuando el viento provocó no pocos incidentes. Este año, la protagonista fue la lluvia, que descargó durante buena parte de la tarde. Sin embargo, apenas hizo acto de presencia durante la Cremà, lo que permitió que el horario estipulado por los bomberos se cumpliera casi a rajatabla.

Una de las Cremàs más esperadas era la de la falla municipal. El monumento de Manolo García, que plantaba por tercer año consecutivo en la plaza del Ayuntamiento, ardió como se esperaba, de dentro hacia afuera, en medio de un espectáculo pirotécnico que sorprendió a valencianos y turistas. Los espectáculos visuales que ha ofrecido la falla durante toda la semana habían puesto el listón de la Cremà muy alto. Y la rapidez con la que ardió el gran monumento permitió que coincidiera la caída de la última estructura importante con el «Visca València!» del himno regional, lo que añadió mayor emoción a un momento en que la fallera mayor, Alicia Moreno, lloraba desconsolada de emoción.

La acompañaban, además del alcalde, el presidente de la Generalitat Ximo Puig, los consellers Vicent Soler y Vicent Marzá, o el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues, entre otros cargos. A diferencia de lo que ocurriera tras la entrega de los premios del 9 de Octubre, en esta ocasión el president sí entonó la letra del himno. Si al arder la falla infantil llamó la atención que no sonara el himno nacional, en la Cremá del monumento grande sonaron apenas los primeros compases de la Marcha Real.

Horas antes, cientos de fallas se habían convertido ya enormes teas ardientes y eran solo rescoldos recuerdo del esplendor de unos días. Lo hicieron en Valencia monumentos como el de la Plaza del Pilar, Convento Jerusalén o la ganadora Cuba-Literato Azorín.