La falla municipal del año 2017, tanto la pequeña como la grande, han recibido duras críticas de la oposición por diferentes motivos, entre ellos el mensaje político encubierto. Para el PP tiene un remate central —el frustrado pirulí que Santiago Calatrava diseñó para la primera Ciudad de las Artes y las Ciencias— que es una figura «non nata», que nadie identifica con Valencia y que tiene como objetivo reseñar, cuando la gente pregunte, que se trata de un elemento suprimido por el PP. Para Ciudadanos, por su parte, se trata de una falla que «no está a la altura de Valencia» en sátira, ingenio, gracia, colorido, riesgo, perspectiva etc., además de estar «muy en la línea de Compromís y de Pere Fuset» de buscar la «provocación social».

Para empezar, el PP se plantea denunciar al equipo de gobierno por incumplir, entre otras cosas, la Ley de Contratos del Sector Público, más que con la falla mayor, con la pequeña. Según el concejal Félix Crespo, las bases del concurso establecen que «las empresas que concurren al mismo deben presentar un proyecto riguroso, con una descripción técnica, una memoria descriptiva y una memoria literaria que lo identifique claramente», sin embargo, «en esta ocasión se han presentado unos apuntes o unos esbozos que no pueden considerarse un proyecto definido».

«Dicen que es para no gastar dinero, pero no me parece lógico que no se presentara un boceto —argumenta—. El mismo Manolo García ha presentado proyectos y si no han salido adelante los ha plantado en otra falla, como paso con el Caballo de Troya en Na Jordana», recordó Crespo, que asegura, sobre todo, que la falla infantil «es un dibujo que le salen unas cuantas cosas de la cabeza, pero que no tiene ni memoria descriptiva ni nada».

Por otra parte, el Servicio Fiscal de Gastos advierte en un informe de que en este concurso debe cumplirse la Ley de Contratos del Sector Público, algo que, según Crespo, no ocurre. Y es que según esa normativa, el jurado debe estar compuesto por personas independientes (Pere Fuset formaba parte del mismo); los proyectos deben presentarse de forma anónima y el jurado debió presentar un informe con la clasificación de los proyectos.

Por lo que se refiere a la falla en sí, es decir, al remate principal de la falla grande, el concejal popular le ve tres problemas. El primero es que es una figura «non nata», que se «se quedó en un papel como pasa con muchos concursos». El segundo es que «existe el riesgo de que la gente no sepa de qué se habla, pues eso no se identifica con Valencia ni con sus tradiciones, ni con el turismo ni con nada».

Y el tercero es que tiene un trasfondo político. «Lo que quieren es que la gente pregunte y decir que no se hizo», explica.También el grupo Ciudadanos ha sido muy crítico con la falla. Una vez dejado bien claro que «Manolo García es un artista como la copa de un pino, un gran profesional y un experto en la vareta», la concejala Amparo Picó considera que el proyecto de 2017 «está totalmente fuera de lugar».

«Un huevo sin sal»

«No está a la altura de Valencia ni de los valencianos, carece de elementos propios de una falla, como es la sátira, el ingenio, la gracia, el colorido, el riego, las perspectiva etc.» y todo ello, lamenta, «en un año en que Valencia y las Fallas van a estar en punto de mira de todo el mundo por su declaración como patrimonio de la humanidad». Picó se declaró «sorprendidísima» por este proyecto «surrealista». «Es como un huevo sin sal. No le veo gracia fallera por ningún lado», aseveró la concejala de Ciudadanos, que en el caso de la infantil tampoco ve «la luz y el colorido que gusta a los niños».