­La jornada de viernes de preselecciones trajo dos de los sectores más esperados. Ayer eligieron los dos sectores que más falleras han aportado a las cortes de honor. Y si La Roqueta-Arrancapins es sinónimo de preselección «poderosa», la del otro lado del túnel es una de las más esperada, si no la que más: Pla del Remei-Gran Vía. El barrio noble de la ciudad por definición y, en materia de fallas, el de unas comisiones tan desiguales como en cualquier otro lugar y tan falleras como en cualquier otro lugar. Pero sus falleras mayores son palabras mayores. Es el «territorio Siglo XVIII» „encontrar allí un traje con lazo es infrecuente„. Y es el sector (cuyas preselecciones tampoco han estado exentas de polémicas, prácticamente como en cualquier otra zona de la ciudad) con mejor resultado en la gran final: un total de 68 de sus falleras han alcanzado los puestos grandes.

A cada dato que se puede buscar es más contundente: tan sólo en tres ocasiones, 1980, 1994 y 1998 han acabado la elección final de vacío. En el presente año se han salvado gracias a la infantil Amparo Pérez Morales. Otros años han sido triunfales, aunque ninguno como 996 y 1999: las cuatro preseleccionadas (en aquella época eran dos, sí o sí, por sector), entraron en el cuadro final. En 1996 fueron Arantxa Ballester y Mar Rodrigo en mayores y Leticia Chapa y la recordada Amparo Allue en infantiles. Tres años después hicieron el «doble-doble» Eugenia Vallet, María García, Julia de Miguel y María Marcos. La comisión más agraciada es Pizarro-Cirilo Amorós, con diez, pisándole los talones Conde Salvatierra con nueve.

También es el sector con más falleras mayores: diez. Y también empezaron rápidamente con Raquel María Castañeda en 1991. También aquí se produjo el único doblete de falleras mayores de un mismo sector: Noelia Soria y Laura María Ortega en 2004.

Que es la zona noble de la ciudad no está en discusión y también lo demuestran algunos de los apellidos que jalonan el listado: Antolí-Candela, Chapa, De Miguel, Pérez-Manglano, Ponce de León, Lluch, Rueda... Olegario Sales es el decano de la Junta Central Fallera y ha visto pasar las preselecciones de su sector desde la primera íntegramente democrática, la de 1980. ¿Cual es la fórmula del éxito? Excepciones aparte en cualquier sentido, seguramente una selección natural que sólo se da en esas calles. «Creo que una cosa lleva a la otra. La Gran Vía es una zona con un determinado nivel y hay cosas que son innegables. Si la candidata es guapa, es fallera, que aquí se es tanto como en cualquier otro lugar y está acompañada por una educación exquisita, nos encontraremos con una candidata muy buena, que llega a la final con muy buenas cualidades. Por supuesto, ha habido de todo y de todos los niveles, pero puedo decir que ha habido comportamientos verdaderamente ejemplares, siendo fallera mayor de Valencia o quedándote en la corte. Es difícil que te defrauden».