Las tres preseleccionadas de Botànic-La Petxina responden a un patrón similar de edad: el cuarto de siglo. Andrea «jugaba en casa» porque su comisión, Palleter-Erudito Orellana, fue la organizadora de la preselección en la calle. Y aunque es fallera de allí desde que nació (su segundo apellido, Burdeos, la relaciona con la que fue vicepresidenta de la JCF), para ser fallera mayor infantil tuvo que serlo en otra falla. «Había muchas niñas de la misma edad y en el año 2001 nos tuvimos que ir a la falla de la Plaza de la Santa Cruz. Disgusto de niña que quiere ser fallera mayor infantil. Ellos iban buscando fallera mayor y fue allí. Necesitaba vivir la experiencia».

Luego fue finalista en el Lluis Puig para la corte de Alba Cervera, pero su nombre no estaba escrito en el acta. Y, claro, pasaron los años y el problema se repitió porque todas las niñas crecen a la vez. «Me he presentado tres años. Eran votaciones entre amigas, pero se asumía el resultado. Y si para 2016 no me hubiesen elegido, lo habría seguido intentando. Me salió un año pleno, redondo. De la misma manera digo que, una vez vivido, no repetiría».

Ha acabado Farmacia y ha hecho prácticas en el hospital Marina Salud de Denia «Me ha acabado por gustar más el trabajo en hospital que en una farmacia. Ahora espero y confío que me llamen para quedarme. Tengo muchas esperanzas de que será así. Tengo un apartamento en Denia y me venía a Valencia los fines de semana. Además de que mis jefes me han dejado mucha libertad durante el año para poder cumplir con el reinado».

Y una curiosidad: «me gusta todo lo que lleve ruedas: patín, monopatín, bicicleta... pero el medio de transporte más cómodo es el patinete. Con él iba a peinarme». Carles Ruiz tendrá que poner un Valenpatinete.