Beatriz Aspas está en el mejor lugar posible para desarrollar el remate de su carrera de arquitectura: con vinculaciones con Russafa y Malilla. No es de extrañar por ello que su proyecto sea el desarrollo de un mercado y un análisis y propuesta urbanística para Malilla. «Considero esencial mantener la huerta. Yo he vivido allí y he caminado entre campos de patatas. El Parque Central está muy bien, pero no podemos perder nuestra identidad. Nuestras fiestas de San Pedro€». Y si se dice que Valencia es un pueblo, Malilla no lo debe ser menos y todos se encuentran: «Hasta tercer curso de primaria estuve en la misma clase con Estefanía López».

Pero cruza avenidas y rotondas para estar en su falla ruzafeña. «Soy de Cuba-Puerto Rico por mi abuelo. Lo que pasa es que mi madre se borró cuando se casó. Y cuando yo tenía seis o siete años es cuando le pedí apuntarme. Fui la primera y fui arrastrando a los demás miembros de la familia».

Un reinado casi perfecto, porque no todo se puede conseguir. «Por ejemplo, mi acto favorito, de lo que esperaba con más ilusión, es el pasacalle nocturno. Imagínate esperar eso toda la vida y que se tenga que suspender por la lluvia». Fue fallera mayor infantil en 2002 y ocho años después, cuando lo fue su hermana, empezó a runrunear lo de repetir como adulta. «Este año vi que ya lo podía compaginar (estuvo el año pasado de Erasmus en París) y somos amigos de la familia de la infantil. Era el año».

Se puede ser versátil si uno se lo propone. Beatriz es fallera mayor, delegada de barraca€ «y he sido campeona de sector dos años en el campeonato de parchís de la Junta Central Fallera. Este año llegamos a la final en el sector». Su filosofía de juego es «totalmente kamikaze. Morir matando si es necesario. Si primero matas€ eso que te llevas».