Mi padre fue corriendo a apuntarme nada más nacer». Sería porque el parto transcurrió bien y no había otras prioridades. Esas carreras de la clínica al casal son un clásico en la historia de muchos y muchas falleras. A María Sánchez la apuntaron y se quedó. «Sí: soy de casal, de todos los días» y ya ha pasado por todo lo que tenía que pasar, incluyendo jugar y no ganar. «Fui fallera mayor infantil en 2004 y pasé la preselección, pero me quedé en la final de Viveros. Tenía ocho años y, de verdad, iba preparada. Claro que es un "chafón", porque, además, mi fallera mayor también llegó a la final y tampoco salió. Lo que sí que puedo decir es que volví a casa, me cambié y dije de bajar al casal, donde estaban los falleros que me habían apoyado». Curiosamente, este año también irán las dos a la final: ella y su infantil.

A cambio, también de muy pequeña vivió muy cerca todo ese ambiente, tanto como en el mismo rellano, con las hermanas Araix Frechina, las dos últimas representantes de Pío XI-Fontanares en 1999 y 2003. Uno de sus tesoros guardados son unas fotos «con tres años de edad, con una de ellas, Amparo, y otra con su fallera mayor, Sandra Bonet».

Con 20 años ha empezado derecho, pero el anterior se lo tomó medio sabático «y lo he aprovechado para hacer un módulo de idiomas y así ir preparándome más. Y, de paso, para aprovechar mejor el año de fallera mayor». Siendo de donde es, no falta a la gran cita del «supersábado» de marzo, ese que hay justo antes de la semana grande: la Entrada Mora y Cristiana de su comisión. «Por supuesto. Formó parte de la filà "Les xiquetes". Salvo este año que, como fallera mayor, iba en carroza».

Y entre vez y vez «he estado en delegaciones desde que subí a adultos. Muchos años en infantiles y los dos últimos en protocolo». Le habría gustado aprovechar más sus habilidades en el equipo de baloncesto de Esclavas «pero hubo un día que la rodilla dijo basta y no era cuestión de jugársela». Ahora, si sale, lo dedicará a «las famas», las falleras mayores del sector».