Cristina Miralles quiere ser «Policía Nacional. Además, es algo que quiero desde pequeña. La idea de proteger a la gente y todo lo relacionado con la criminología». De momento ha terminado el grado superior en Salud Ambiental. «Entrar en la Policía Nacional no es fácil y Seguridad Ambiental tiene laboratorio, que es algo que también me gusta mucho».

El de Cristina es un viaje de ida y vuelta a Dr. Serrano. O Clero, que es como más se les conoce. «Somos de toda la vida. Después mi madre se borró y fuimos a Tomasos. Luego yo tenía amigos en Oltá-Juran Ramón Jiménez, me fui allí y hace poco he vuelto a Clero». En Malilla le dio tiempo a ser fallera mayor en 2014 «y fui preseleccionada para la final con Estefanía López».

Ahora vuelve «porque surgió la oportunidad de ser fallera mayor. No había y la verdad es que me apetecía. Y llego a la final con las mismas ilusiones o más». Y un muy buen año, como suele ser ya habitual: primer premio de ingenio infantil y ella segundo premio en la grande. Una comisión la suya que está subiendo como la espuma. «Nos llevamos muy bien con todos, se nos oye mucho porque plantamos muy buena falla, sabemos lo que hay que priorizar y, a la vez, somos una comisión muy familiar, que no tiene y no da problemas. Creo que esas son nuestras claves». Y no desperdicia al mejor lugar de la ciudad. «Me encanta la Plaza de la Virgen. Paso horas muertas allí». Es sobrina de Seguidor. Su adscripción fallera le viene de ancestro. «Mi madre tomó la comunión vestida de valenciana en la basílica y me cuentan que cuando fue fallera mayor infantil, mi abuelo organizó... un rally de burros». Eran otros tiempos, sin duda.