Es verdad: a la hora de hacer la búsqueda «Dolores Navarro» en la hemeroteca de Levante-EMV aparecen dos páginas similares de otros tantos Extras de Fallas: las de la galería de fotos de falleras mayores. Y tanto en 2015 como en 2016 aparece ella. Las fotos son diferentes, pero el nombre es el mismo y salta a la vista que es ella. No es la única de las 72 candidatas a fallera mayor de Valencia de 2017 que ha reinado en su barrio dos años, pero sí la única que lo hace de forma consecutiva.

Para 2016 no pasó el sector en la preselección de «Benicampa», pero ahora sí que está a un paso de lograr lo que dice que es «un sueño. Ya lo fue ser fallera mayor el primer año y cuando llegó octubre y no había nadie para sucederme, decidí repetir». Con lo que, de alguna forma también se resarce de no haber sido infantil.

Se apuntó a la falla de la Avenida de Ecuador tras pasar la infancia más tierna en la Plaza de la Santa Cruz. «Allí estuve hasta los cuatro años. Nos fuimos a vivir a Benicalap y ya me quedé allí». Está acabando magisterio en educación infantil (ocupación favorita entre las candidatas), que empezó a estudiar en la delegación de la Universitat de València en Ontinyent. «Vivía sola, pero entre que me cogieron ya en Valencia y la posibilidad de ser fallera mayor, no me lo pensé y volví». Y este verano trabajaba en la Escuela de Verano del Club Náutico. «El futuro son los niños y más que una carrera es una vocación. Me gusta enseñar y mostrar interés por el mundo». Seguramente por ello está adscrita a la delegación de infantiles en una comisión en la que la corte de honor pasó sólo una vez, allá por 1991, Verónica Rabadan. En casa de María Dolores, por contra, pasó hace mucho menos por vía materna: «Por Paula Cucarella, que fue de la corte infantil hace cuatro años».