La segunda mitad del ejercicio fallero arranca con un marcado carácter «peineta». Llegan las 144 candidatas a fallera mayor de Valencia o corte de honor y con la primera jornada, en la que se reúnen por primera vez con los jurados, se desata la fiebre en lo tocante al protocolo que se sigue con todas ellas.

Para la edición de 2017, la Junta Central Fallera, ya con un año de experiencia, ha adoptado algunas novedades dentro del apartado de derechos y obligaciones. Con una particularidad respecto a ediciones anteriores: hasta ahora, las normas se indicaban sólo a las 26 elegidas, trece mayores y trece infantiles. Ahora se dice a todas las aspirantes para que sepan desde el primer momento lo que puede suponer que ellas o sus hijas (la información se dio a las mayores, que todas son mayores de edad y a los padres de las pequeñas) y que no haya una sorpresa una vez no hay marcha atrás.

Desde la época de Félix Crespo, las falleras o los progenitores recibían un pliego con las normas. El equipo de Pere Fuset ha ampliado algunos de los puntos del mismo y ha incorporado otros.

Uno de los más llamativos es el relacionado con la indumentaria. Tras el debate suscitado durante el presente ejercicio, las normas se dan se, aseguran, son firmes e innegociables. Por una parte, los trajes oficiales serán obligatorios para los actos oficiales de primer orden. Esto quiere decir que las falleras mayores de Valencia los tendrán que lucir no sólo en su propia exaltación, sino en actos emblemáticos como la Crida, la inauguración de la Exposición del Ninot, la Gala Fallera, entre otros.

Hasta hora, eventos como esos eran los que aprovechaban las falleras para estrenar algunos de los trajes que se pagaban ellas o que recibían como regalo. Por ejemplo, se había convertido en una norma que el «gran traje» que ella se pagaba se estrenaba en la Crida.

«El traje de todos los valencianos»

El secretario general, José Martínez Tormo, justifica esta decisión en «la necesidad de poner en valor un traje que pagan todos los valencianos, que pagan los falleros y los no falleros. Es un traje importante, el más importante que tienen, con un valor incontestable y que debe lucirse en las grandes ocasiones».

También lo justificó en la necesidad de «salvaguardar la figura del indumentarista oficial. Ese que ha hecho un trabajo importante y cuyo trabajo se tiene que poner en valor. Lo que no es justo es que otros indumentaristas aprovechen el altavoz que suponen esos grades eventos para obtener una rentabilidad publicitaria por algo que, además, han cobrado». Se establecerá próximamente cual de los trajes oficiales „el espolín, el «segundo traje» y el que se confecciona con la tercera tela„ se utilizan en cada uno de esos actos. También se buscará una solución para que el traje de la «dansà» no sea de pago.

Esta cuestión es novedosa y no procede de un debate previo. El que sí que hizo correr ríos de tinta fue la obligación de llevar un moño único en los trajes del Siglo XVIII. Ahora, cuando todavía no se es más que candidata, las falleras ya saben que éste será obligatorio, tanto si se es de la corte como si se es fallera mayor de Valencia. Y que no habrá venia alguna en ese sentido.

Sólo queda, en todo caso, la duda de si esta norma se aplicará sólo a partir de la exaltación, que podría ser, puesto que, hasta ese día (a finales de enero), cada fallera tiene que llevar su propio vestuario.

Más importante corte que saliente

Otra de las novedades es que desaparece la condición de «fallera mayor saliente» una vez se ingresa en la corte. «Si ponemos en valor la figura de la corte de honor, eso significa que es más que una fallera mayor de comisión saliente. Creo que eso no lo discute nadie». Hasta ahora, cada fallera tenía libertad para, el día de la exaltación de su comisión, desfilar como componente de la corte o permanecer como fallera mayor del año anterior. Ahora se las considera como si fueran miembros de la «selección nacional» y no del equipo. «Nadie les impide ir a actividades de la comisión, pero siempre la prioridad son los actos oficiales».

Del mismo modo, se les informó que a partir de ahora, tanto las actuales pruebas como los actos una vez elegidas tienen prioridad absoluta no sólo sobre los actos de la falla, sino sobre los particulares.

El resto de normas son las que van pasando de año a año, incluyendo, por ejemplo, la prohibición de fumar o de utilizar el teléfono móvil en público o la prudencia en el uso de las redes sociales. Y que los únicos gastos que no cubre la JCF con el maquillaje, la peluquería y los trajes de particular.

Ceden los derechos de imagen

Por último, otra novedad de este año es la de firmar dos consentimientos. Uno, un «enterado» de haber sido informado de las normas. El otro es una cesión de derechos de imagen «que está pensado para dar una cobertura legal y jurídica», con la premisa de no ceder la imagen, voluntaria o involuntariamente, a promociones publicitarias.

Martínez Tormo aseguró que «nos satisface que hemos detectado satisfacción por informar desde el primer momento de todas las cosas. Y creemos que es importante para poner en valor las cosas importantes de estos cargos».

Las mayores empezaron fuerte

Con estas premisas facilitadas, ahora empieza el largo proceso de elección, que empezó ayer con la primera reunión con los jurados, incluyendo un posado entre la curiosidad general junto al Palau de les Arts. El jurado de mayores empezó ya anoche a todo ritmo, haciendo preguntas a todas las aspirantes. Hoy empezarán las reuniones con los padres de las infantiles y durante el fin de semana se harán sendas excursiones a centro de recreo Calvestra.