Sedas, brocados, brocateles, lampazos, algodones, terciopelos, rayones, damascos... materiales y dibujos, técnicas y texturas para vestir de valenciana, pero con una particularidad: son telas que no han sido realizadas en Valencia, sino en Italia. Forman parte de la colección presentada ayer por la firma Álvaro Moliner, quien puso ayer en exposición una realidad que también existe en la indumentaria: los telares de Italia, como pasa con algunos de Francia, producen también materia prima más que buena para vestir a una fallera.

Entre otras cosas, porque la tradición valenciana no apareció por generación espontánea y florecieron los espolines en un acto milagroso. Llegaron de la misma manera a los países mediterráneos y así, no ya ropa tradicional, sino casullas y tapicerías surgen de otros países. «En Italia, la tradición está sobre todo en el norte de Italia, en la Lombardía». De allí han llegado casi un centenar de cortes de todo tipo de estilos y calidades, que ayer los presentó la veteranísima marca en su tienda de El Corte Inglés de la avenida de Francia y que, hasta el día 30, permanecerán en exposición y venta.

Alejandro Moliner, continuador de la saga por tercera generación, aseguraba que «las diferencias son, por ejemplo, que son telas con menos metales, más asimétricos y con menos motivos florales, sobre todo, tan grandes. Se trata de telas ligeras porque no juegan con gamas de colores tan amplias y por esa misma ausencia de metales, que sólo aparecen ocasionalmente.

Esta empresa trabaja fundamentalmente con sedas de Vives i Marí, con la que llevan años de tandem casi perfecto. O sea, sedas de casa. «Claro, a veces te dicen que "el traje de valenciana debe ir con telas valencianas", pero la historia de la indumentaria es que ésta llega, lógicamente, desde fuera. Y la variedad enriquece». Las modas del XVIII son, al fin y al cabo, de inspiración europea y la ropa no es más que el traslado de modos y modas ancestrales. No es de extrañar, por todo ello, que estos tejidos sean adecuados para trajes de Siglo XVIII. Y para no volverse locos con las nuevas nomenclaturas que crea cíclicamente el enciclopedismo fallero, sería aplicable a lo que se ha llamado «XVIII» en las últimas décadas „los trajes sin cintas ni mangas de farol y los que ahora vienen a llamarse «a l´antiga», una de esas denominaciones de nuevo cuño, que se asocian a otro tipo de esquema. En la muestra se incluía, por ejemplo, un traje de Estefanía López Montesinos, fallera mayor de 2015, realizado con tela transalpina. También Carmen Sancho de Rosa estrenó en la Gala de la Cultura de su año de reinado un traje con terciopelo italiano.