Las organizadoras de la Cena de Cortes 2016 son las que reinaron en la ciudad en 2011. Tras rememorar el reportaje gráfico que les hicimos a la corte de honor en el Extra de Fallas de ese año, faltaba el reportaje a su fallera mayor. Con Laura Caballero y con Carmen Monzonís hicimos nuestra primera "Prueba de Exteriores", como se dice ahora. Muy poco antes se había inaugurado el AVE Madrid-Valencia y viceversa. Eso que, a estas alturas, nos parece tan normal, fue todo un acontecimiento en la ciudad.

Con Laura y Carmen decidimos embarcarnos en el tren y comprombar in situ si era cierto que podías ir a la Villa y Corte, darte un garbeo y regresar en tiempo récord. Y la consecuencia fueron unas horas intensas, en las que pudimos comprobar el asombro que pueden causar dos falleras en uno de los lugares más concurridos de Europa.

Cuatro años más tarde regresaríamos con Estefanía López y María Donderis y comprobamos que las sensaciones eran igual de especiales.

Ahora, recordamos en palabra y en imágenes aquella experiencia.

Este es el relato íntegro que publicamos en el Extra de Fallas de 2011:

En la película «Contact», Jodie Foster se mete en el papel de una científica que tiene una experiencia extraterrestre y su conclusión es que se da cuenta de lo «diminuto e insignificante» que es el ser humano, pero también lo «raros y preciosos que somos».

No nos hace falta ir hasta la estrella Vega, a 26 años luz, sino mucho más cerca, a 350 kilómetros, para darnos cuenta de lo inmensamente rara y preciosa que es, a ojos de los demás, la fiesta fallera.

Esa es la conclusión más importante a la que se puede llegar cuando, en un «pis pas», haces una visita relámpago hasta Madrid acompañado de las falleras mayores de Valencia, sales a pasear un ratito, te haces unas fotos y vuelves a casa. Las fallas tendrán todos los defectos del mundo. Que sí, que tiene su vertiente romancera; la intolerancia, los ruidos, la «coentor», el barroco, el inmovilismo... basta un pequeño ejercicio de autorreflexión para saber que el mundo de las fallas es imperfecto. Pero... también basta con acompañar un par de minutos a las falleras mayores de Valencia a la Puerta del Sol, un día cualquiera, a una hora cualquiera, para darnos cuenta de la capacidad que tienen para despertar sorpresa, curiosidad y admiración. Y esa es una afirmación absoluta basada en la experiencia. Que no admite discusión alguna, guste o no guste. Por no hablar de la emoción, el nudo en la garganta, que genera a aquellos que, siendo de esta tierra, se encuentran con ese pequeño pedazo de recuerdo de forma inesperada. Podremos entrar en muchos debates, pero pocas cosas pueden suscitar una reacción así de contundente y positiva. Y estamos hablando de dos chicas con unos trajes sorprendentes y peinetas en la cabeza. Tan sólo una parte de un todo festivo.

El ejercicio 2010-2011 ha albergado la llegada del AVE a Valencia. Y esa era una excusa adecuada para tematizar la portada del Extra de Fallas. Y los que conocen por experiencia esta publicación saben que no nos íbamos a conformar con cualquier cosa. Puestos a subir a las falleras al tren... ¡pongámoslo en marcha!.

Y ahí están las consecuencias: gracias al AVE, podemos darnos un garbeo por Madrid, Presumir de nuestra fiesta y nuestras bellezas, dejar con la boca abierta a varios miles de personas y regresar.

Para ilustrar el Extra de Fallas es necesario tener una portada. Decidimos hacerla doble: sacar a Laura y a Carmen en las dos plazas emblemáticas de Valencia y Madrid (ayuntamiento y Puerta del Sol) sosteniendo una de esas antiguas placas que se colgaban de los vagones para indicar el trayecto del tren. En este caso, Valencia-Madrid / Madrid-Valencia, naturalmente. Nosotros la «inventaríamos» a partir de una simple cartulina blanca (hay que ver lo que hace el photoshop).

La jornada empezó a las nueve y media con los ensayos. Había que buscar un buen encuadre pese al sol de la mañana. Fernando Bustamante lanzaba las primeras fotos a Xavi Sepúlveda y Tamara García, convertidas en improvisados modelos. A las diez llegaron las falleras mayores y empezaron las pruebas. Carmen lleva el peso porque es quien debe interactuar más, señalando a la que, después, sería su «alter ego» en Madrid. La gente se arremolina. Les hacen fotos. Aunque jugamos «en casa», la curiosidad que despiertan es grande. Con lo que ya intuimos lo que se va a liar en Madrid.

Los niños del Colegio Magisterio Español piden hacerse una foto. «Mírarla, que repeinada y que mayor. Pero tiene vuestra edad» le decía una profesora a los jóvenes estudiantes.

Llegamos a la estación de Joaquín Sorolla. Por allí anda, maleta en ristre, Ana Ariño. Ella estuvo en la corte de honor de Gueguel Massmanian, allá por 2005. Les desea suerte. Nos recibe Tino Ricote, responsable de comunicación de Renfe en la Comunitat Valenciana.

Todo van a ser atenciones para las falleras mayores. Se les ha habilitado el vagón de autoridades para que puedan ir más cómodas. El tren se pone en marcha. Nada más salir, Laura señala por la ventanilla hacia una finca. Es su casa del barrio de Malilla. Toda su vida la ha pasado viendo pasar trenes delante de casa.

El tren toma velocidad. Por no decir que va a toda leche. En apenas un par de minutos pasamos delante del Circuito de Cheste y, cuando no te quieres dar ni cuenta, ya sobrevolamos el pantano de Contreras. A las falleras mayores les ofrecen de todo: bebida, comida, prensa... apenas da tiempo a un poco de conversación. Xavi Sepúlveda ha descargado las fotos y empieza a hacer pruebas y ensayos del proyecto de portada. No hay tiempo que perder. Cuando venimos a darnos cuenta, ya hemos llegado.

Es cuestión de prepararse. Somos conscientes de que la vamos a liar parda. Laura está un poco destemplada y se tapa bien: pañolón, bufanda y guantes. En la estación, Carmen desafía a una carrera a Sela Falcó, pero ella corriendo sobre la plataforma mecánica, que así va más rápida.

Los apenas cien metros de salir de la estación a tomar un taxi no dan para mucho: ves alguna mirada de sorpresa, pero poco más. Lo mejor está por llegar.

Directos a la puerta del Sol. Ahora te vas a enterar. Bajan las dos falleras mayores del taxi y ya esta liada. Se desenfundan las cámaras de fotografía y los teléfonos móviles. Algunos dudan, pero muchos tienen claro que son de Valencia. «Por favor, ¿me puedo hacer una foto?». Y eso que van tapadas con el pañolón. ¡Qué más da!.

Y llegan los japoneses. Venga de tirar fotos. Venga de poner cara de sorpresa. Y todo esto, mientras Fernando Bustamante y Xavi Sepúlveda buscan el encuadre perfecto. Hemos dejado la acera principal y nos vamos en frente. Ni las divinas que locutan las campanadas de fin de año generan tanto revuelo. Van ambas y la multitud detrás. «Por favor, si son tan amables de apartarse un poco, que tenemos que hacer unas fotos...». Y, claro, ¿cómo no imaginar que aquello estaría "petado" de valencianos?. Un matrimonio de falleros de Na Jordana, uno de dos personas mayores que llevan años viviendo en Madrid y a los que se les humedecen los ojos...

«¿Qué hacen aquí las falleras?. ¿Vais a hacer aquí una falla?». «¿A qué han venido?. ¿A celebrar la victoria ante el Atlético? (el día anterior, los de Emery han ganado a los colchoneros)».

No cabe duda que la fiesta se hace famosa... «Estas sí que son guapas y no la Lomana». Tampoco es eso, hombre.

Llegan algunas paisanas. «¿De qué fallas sois?... ¡Ay va, si son las falleras mayores de Valencia!». Conclusión: «¡Tanto tiempo en Valencia y hemos tenido que venir a Madrid para encontrarnos con vosotras!».

Otros, más despistados: «¿Qué se van a casar?». Si, la mayor. Y la pequeña es la dama de honor. Ese señor necesitaba un reciclaje.

Y ya el acabose: un señor se acerca a Carmen y le dice... «soy vecino de tu abuelo en el Perellonet». Uno vive en la puerta tal y otro, en la puerta cual.

Hace un frío que pela. «Para fallas me voy a comprar unos guantes» dice Carmen. Laura locuta en la cámara de vídeo de Xavi. «Estamos en la Puerta del Sol y no veas la que hemos montado».

Ya hemos hecho la misma foto que en nuestra plaza del ayuntamiento. Allí, el cielo estaba azul. Aquí, gris. Que no es poco, porque en los días anteriores la previsión era de tormenta y nieve (estábamos acojonados, para qué negarlo). Da tiempo a acercarnos al Oso y el Madroño. Los grupos de viajes organizados nos miran con cara de pasmados. Y más fotos, por supuesto.

El objetivo principal ya está hecho, pero no nos vamos a ir a casa tan rápidamente. Sería un sacrilegio venir y no reponer fuerzas, pero de verdad. Qué mejor que en el santuario de la cocina madrileña: el restaurante Lucio.

Nos están esperando. Entramos en el viejo mesón del Madrid de los Austrias. Huele a cosa buena. Y a ejecutivo, a empresario y a político. Todo lleno de hombres y mujeres trajeados, que miran con cara de pasmados los dos bellezones que hacen acto de presencia, apartando por un momento la vista de unas mesas donde las viandas tienen un aspecto inmejorable.

Llega Lucio. El señor Lucio. Una de las personas a la que más celebridades del mundo conocen. Laura y Carmen le hacen entrega de dos fotos dedicadas. Carmen no se corta: «¡Hola, señor Lucio. De parte de mis padres, que le mandan muchos saludos!». Para cuando salgamos nos daremos cuenta que las han puesto en la vitrina donde guardan tesoros de visitantes ilustres.

La comida es, sencillamente, un banquete. Los entrantes, lo del medio y el postre. Ensalada, jamón y pan con tomate para comerlo por kilos, unos boquerones que quitan el hipo, una cazuelita de callos que te pone al día... y, por supuesto, los huevos estrellados. Que no tienen ningún secreto, pero que entran como si comieras pipas. Bien mojados con un pan de rosca espectacular. Y todavía queda hueco para unos bocaditos de merluza y dos chuletones de carne roja. Y unas chuletitas para la fallera mayor infantil. ¡Hala, todo para adentro!. Y profiteroles para salir dulcemente.

El equipo de camareros se desvive por la embajada valenciana. Y todos se hacen fotos con las chicas. Hasta el fotógrafo del restaurante. El presidente del grupo Nexo, Eugenio de Quesada... y alguno que otro más.

Con la llegada del AVE, toda esta gente también tiene que hacer negocio sí o sí. Ahora, venir desde Valencia sólo por el gustazo de una visita y un almuerzo matritense se hace rápido y fácil.

Nos despedimos de Casa Lucio y todavía queda tiempo para ir a la Plaza Mayor. Hay menos gente por la calle, pero a Laura todavía la paran un par de veces para decirle de todo (y todo bonito, claro). Hace «marujillo», pero queda tiempo para hacer las últimas fotos de recuerdo.

Volvemos a la Puerta del Sol, volvemos a sabernos objeto de docenas de miradas y tomamos los taxis de regreso a la estación. Atocha nos recibe con curiosos por docenas. En la coqueta estación, reconvertida a parque interior, todavía nos espera

Un «iaio» que también ha venido a probar el AVE nos cuenta toda su vida y hasta se arranca entonando el «cant de l´estoreta».

En la sala VIP aguardamos la llamada para volver a subir al tren. Nos llevan en volandas y nos vuelven a abrir el vagón de autoridades. Todavía hay luz cuando empezamos a desandar el camino.

El regreso es rápido como él sólo. Bustamante y Xavi siguen haciendo pruebas con las fotos sacadas en una y otra ciudad. Tamara García

entrevista a Carmen. Laura intercambia mensajes por el móvil. Para Pepe Boix y Moisés Domínguez, el día no ha terminado: aún deberán irse al pleno de la Junta Central Fallera.

Invade el sopor. Carmen se va quedando «fritita». Laura también entorna los ojos. Se han levantado prontísimo y el leve traqueteo del AVE las acuna.

Cuando llegamos, saltan como un resorte. Hoy no tendrán nada más.

Nos vamos con una experiencia nueva: disfrutar de primera mano de lo que supone disponer de un medio de transporte que te lleva en hora y media a la capital de España. Es verdad todo lo que te habían contado: es una pasada.

Y nos ha dado tiempo de presumir, demostrando a todo aquel que nos quisiera ver (y fueron cientos y cientos) que basta un ligero apunte, dos chicas guapas vestidas de forma espectacular, para darnos cuenta de lo grandes que son las fallas.