Más visibilidad y una mayor protección de la fiesta. La declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad supone «una promoción y difusión» que comporta una «protección máxima». Una pervivencia que está asegurada por la idiosincrasia popular de las Fallas, pero con algunos aspectos frágiles para los que el sello de calidad de la Unesco supondrá un impulso revitalizador. Es el caso del oficio de artista fallero, tal como recordaba ayer Gil-Manuel Hernández, director del Museu Faller y uno de los cinco redactores del informe del que la Unesco se ha valido para dar el visto bueno a la candidatura.
El galardón «favorece o debería favorecer puntales como la Ciutat Fallera, o el oficio de artista, un trabajo necesitado de reconocimiento por parte de las administraciones públicas para que no acabe desapareciendo». El trabajo artesanal, cada vez más amenazado por la industrialización a la hora de confeccionar los «ninots», tendría que ser uno de los grandes beneficiados. A partir de ahora, se podrá acceder a fondos de la Unesco, de la Unión Europea, del gobierno español y la Generalitat «para el fomento de la vertiente más cultural de las Fallas, la alejada de los tópicos de siempre», tal como incidía Gil-Manuel.
Más recursos económicos
El reconocimiento de la Unesco deja mucha libertad a los protagonistas de la fiesta, que pueden introducir cambios «siempre que el monumento no se deje de quemar», ironizaba. «Lo de ayer nos da entrada a un tipo de turismo cultural de calidad que va más allá de lo que cada año recibimos en la semana de fallas», apuntaba, convencido del espaldarazo que supondrá el ser Patrimonio de la Humanidad. «La obtención de mayores recursos económicos implicará una promoción, difusión y restauración de todos aquellos elementos ligados a la fiesta», explicaba. A cambio, lo único que la Unesco reclama es que el país que defiende la candidatura y la recibe „ España„, no se vea salpicado por ningún conflicto bélico.
Además del artista y la Ciutat Fallera, el Museu Faller y las rutas falleras también se nutrirán con mayores recursos económicos. La modernización del Museu, renovado este verano de la mano de Gil Manuel, se ha convertido en un reclamo más junto al resto de contenedores culturales de la ciudad. Manifestaciones pirotécnicas propias como la «despertà» y la «mascletà», incluyendo los artificios pirotécnicos propios de la misma como el «tro de bac» o los «masclets», también gozarán de una protección especial. La música de «tabal i dolçaina», los «a propòsit» y la creación literaria propia y específica como los «llibrets fallers», con sus versos, tienen su supervivencia garantizada a partir de estos momentos, así como la rica indumentaria ligada al mundo de la seda, que logrará un importante grado de protección, aunque el negocio nunca ha peligrado.
