Un total de 336 manifestaciones culturales, costumbres, tradiciones y fiestas forman parte de la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Recorren el mundo de extremo a extremo y suponen el mejor acervo cultural que ha sido capaz de crear y desarrollar el ser humano. Las Fallas pretenden unirse a este selecto grupo.

Esta es la primera serie de imágenes de estos tesoros patrimoniales. Ordenadas alfabéticamente, el viaje nos lleva desde Albania hasta la India. El canto de las civilizaciones nos lleva por Bélgica, Guinea, Bolivia, Armenia, Botswana, República Dominicana... y España.

En este primer viaje encontraremos elementos conocidos. Especialmente de China, un país que se lanzó años atrás a una carrera obsesiva por convlidar sus patrimonios y ahora, con treinta, es el país que más tiene en la lista. Por este motivo, la Unesco ahora sólo permite una cantidad limitada de inscripciones y una por país y año. Aun así, algunas de sus aportaciones son conocidas: la Caligrafía, el Teatro de Sombras, la Acupuntura, el Ábaco... y la Seda, un santo y seña últimamente en Valencia. Otros patrimonios que nos «suenan» son, por ejemplo, la Capoeira brasileña y la Escuela de Equitción Española de Austria.

Pero hay mucho más: técnicas de construcción, danzas, músicas, instrumentos, técnicas artísticas y lo que se llaman «espacios culturales», una unión de tradiciones celosamente guardadas por los pueblos. Incluso hay tradiciones gastronómicas, como el pan croata, el mastique griego, las conservas coreanas y el pan armenio.

Hay Patrimonios del país y de posesiones (Francia tiene tesoros en Reunión y en Guadalupe) y otros pertenecientes a etnias procedentes en origen de otros territorios. Hay carnavales, como el de Barranquilla o el de Recife „de Brasil no está el de Río de Janeiro„ y alguna fiesta con el fuego de protgonista, como la de la Santa Cruz de Etiopía.

También están las españolas. Incluyendo las de casa (el Tribunal de las Aguas, el Misteri d'Elx y la fiesta de la Mare de Deu de la Salut de Algemesí), junto con otras como el silbo de la isla de la Gomera o el Canto de la Sibila de Mallorca, la Fiesta de los Patios de Córdoba, el Flamenco o los «Castells» catalanes.

Y no faltan las artesanías que tanto recuerdan las costumbres falleras. Están los encajes, que vienen de Croacia, Chipre, Hungría, Bosnia o Francia (los conocidos de Alençon). Y telares que proceden de Ecuador, Corea del Sur, Azerbaiyán o Bangladés.

Una riqueza a las que las Fallas no debería renunciar y, sobre todo, sobre la que la sociedad fallera no debería recelar.