Voy a intentar explicar por qué merece la pena acudir esta tarde, a las 20 horas, al Paseo de la Alameda, a disfrutar de lo que se ha anunciado, principalmente, como una «mascletá vertical» en la bautizada como Nit del Espolín (o Nit de l´Espolí) de Amstel. Más allá de la parafernalia de grúas y producción que llevará el asunto, que parece que constituirán, ya por sí solas, todo un espectáculo al margen del pirotécnico, la magia consistirá en asistir a la rentrée del pirotécnico Ricardo Caballer Cardo en las Fallas, haciéndolo por una puerta grande no sólo por formato, sino también por género: va a hacer «otra cosa», algo nuevo, el no va más (por ahora€). Desde 2013, se producía la incoherencia de que Ricardo, actual e indiscutible rey del sector, no disparaba en las fiestas de Valencia, y sí por todo el resto del mundo.

Él ya dijo, al irse esa última vez, que sólo volvería para hacer «algo especial», no lo típico. En la pasada Feria de Julio Pere Fuset ya lo convenció para hacer un piromusical en la Ciudad de las Artes y de las Ciencias. Esta noche, el flamante campeón del Júpiter de Oro en la última edición del concurso pirotécnico más anhelado del mundo, el de Montreal, el pasado agosto, se reincorpora a las precelebraciones josefinas de su Valencia natal. Imagínense, entonces, qué carne va a poner en el asador de esa gran parrilla de lucería de bengalas de colores que, izada por sirgas metálicas, quiere tejer con fuego el espolín de la Fallera Mayor de Valencia, Raquel Alario, en el aire.

Cuatrocientos metros cuadrados de rejilla con pólvora, mechas y cables, colgando de una grúa, junto al puente de la Exposición (el primero de Calatrava). Tres mil kilos de estructura flotando, repleta de cartuchería de pirotecnia antigua y moderna, complicándose la vida en un alarde de mano de obra de enrocados dibujos píricos, en grande, levantada sobre suelo, revestida de profusión de efectos digitalizados (en los que él es, sencillamente, el amo) enmarcando esa seda de pólvora, disparando hacia fuera. Después, hará una mascletá nueve veces más fuerte de lo habitual, en el suelo, avanzando hacia el puente de las Flores donde ascenderá por otras dos grúas conformando otra filigrana, esta vez explosiva.

Y todo ello con un fondo de disparos, de más calibre, desde el antiguo cauce del Turia. Será un Ricardo al cuadrado, un re-Ricardo: lo más complejo que pirotécnicamente nunca se haya hecho en Valencia, brindado por alguien que quiere superarse a sí mismo. El número uno de los fuegos artificiales sublimado. No se lo pierdan.