"Que contento estaría el abuelo- se escuchó mientras Ricardo Caballer recibía una felicitación tras otra. Era el recuerdo al patriarca, al que dio nombre, tres generaciones atrás, a la empresa, en la que ayer triunfó el nieto ante la mirada complaciente del padre. Anoche, el paseo de la Alameda acogió un nuevo espectáculo pirotécnico: la Mascletà Vertical. La Nit de l'Espolí, para entendernos. En esencia, una mascletà nocturna como las que se suelen hacer cada vez más (Valencia gusta más de ruido que de colorines), pero amplificada muchas veces. Y con dos elementos adicionales que le dieron ese carácter especial. Nada más empezar el disparo, y desde un rectángulo de mecanotubo, se trazó el anunciado dibujo del espolín de la fallera mayor de Valencia. Sin poder ponerle ningún pero. El enrevesado trazado de las flores multicolores quedó perfectamente reconocible para aquellos que se ubicaron en el mejor sitio para admirarlo. Y después, la subida del terremodo en vertical fue impecable. Las ristras de «masclets» fueron subiendo cadenciosamente, formando una cortina de fuego y humo de color rojo (el dominante toda la noche) resonando de forma estruendosa. Fue el espectacular remate a once minutos potentes, con efectos de luz dirigidos por ordenador, y un final absolutamente indescriptible.

El mejor barómetro para medir este disparo son las opiniones del público en general, apostado en diferentes zonas de la ciudad. Y si las redes sociales son un buen medidor, éstas fueron casi unánimemente favorables. A pesar de que no era lo mismo escucharlo o verlo desde la misma Alameda que, por ejemplo, desde el puente de Aragón (el dibujo del espolín era sólo para los que estaban cerca del Puente de la Exposición), el comentario general fue en clave de beneplácito y entusiasmo.

«Hasta yo he flipado» decía Ricardo Caballer, ungido como el gran protagonista de la noche por la enorme solvencia de su trabajo. Ya son dos los disparos que ha realizado desde que volvió a trabajar para la ciudad y si en julio recuperó la tradición del piromusical, aquí ha puesto su nombre y, en cierto modo, su prestigio al servicio de «algo». Algo porque ni estaba probado, ni ensayado ni diseñado previamente más que parcialmente. «Ha sido un trabajo muy complejo y nos ha costado muchas noches sin dormir porque ha sido muy innovador y había que cuadrarlo» decía al acabar. A sus 39 años, Ricardo III ha vuelto a labrarse su particular marca de calidad.

El disparo fue la jugada combinada de tres factores: un patrocinador, Amstel, que así continúa apostando por proyectos singulares, y que en esta ocasión ha dado un salto de calidad; el pirotécnico, que puso su técnica al servicio de la causa; y el ayuntamiento, que pidió a la empresa que el proyecto de hacer algo relacionado con la seda lo tranfformara en un gran evento pirotécnico. «Estamos demostrando que la pirotecnia es muy versátil y que se pueden celebrar manifestaciones diferentes. Esto nos llena a todos de satisfacción porque la gente lo ha disfrutado y ha visto algo nuevo» decía después el concejal Pere Fuset. A su lado, Giuseppe Grezzi era contundente: «Hay que parafrasear a Asterix y Obelix: ¡Están locos estos valencianos!». Para Amstel, el disparo es el inicio de una serie de actividades dedicadas a la seda que desarrollarán en los próximos días.

Otro de los aspectos que llamó la atención de la tarde-noche fue el hambre de pirotecnia que tiene la ciudadanía. Miles de personas acudieron a presenciar el disparo. Y tantos quisieron ir, que llegó a sobrepasar la capacidad de Ferrocarrils de la Generalitat, produciéndose colapsos de viajeros en la estación de Ángel Guimerà. Según aseguraron, los trenes no sufrieron retrasos, pero no pudieron asimilar todo sl flujo de viajeros. Efectivamente, en las redes sociales aparecían numerosas fotografías de vagones llenos hasta los topes.

Las actuaciones de la Cruz Roja fueron escasas. A pesar de que el fuego estaba relativamente cerca del público en comparación a los espectáculos que se celebran normalmente (que son los castillos convencionales), el nhúmero de atenciones, todas leves, fue de diez, con tan sólo un traslado por contusiones. Sí que hubo caídas al pisar en zonas inestables de los jardines.

Con todo, lo que también pone en evidencia este tipo de disparos es que la ciudad no dispone de un espacio adecuado para las manifestaciones pirotécnicas. La propia configuración de la trama urbana, unido a su carácter llano, hace difícil contemplar fuegos nocturnos con amplitud. En el caso de la Alameda, además, con el factor añadido de los árboles, que dificultaban la visión. Pero anoche, la visión fue la del triunfo de la pirotecnia.