La llegada del temporal obligó ayer a crear un particular gabinete de crisis entre el Ayuntamiento y las comisiones de falla. Por una parte, en materia de seguridad. Pero también queda una cuestión: los monumentos falleros. Ayer, el estado de ánimo de los artistas era, en general, de mucha tensión. Sobre todo, los de las fallas grandes, porque éstas están levantadas. Por eso, en la ciudad había un poderoso contraste: las grandes, trabajando a destajo para subirlo todo y taparlo. Y por contra, mucha falla pequeña estaba completamente en el suelo o ni siquiera había llegado todavía.

¿Qué se puede hacer en esta situación? Muy poco más allá de adoptar medidas preventivas. El agua es peligrosa si se embolsa en el interior. Por eso, había obsesión por cerrar juntas. Esa situación ya se vivió en 2014, cuando llovió en las mismas fechas que ahora. Algunas tuvieron incluso que ser agujereadas para vaciar el contenido que había quedado en el interior. Por otra parte, muchas de estas fallas fueron rociadas de agua ionizada que actúa de repelente hacia la que caerá del cielo. Será todo un desafío saber hasta qué punto resiste el envite no ya de un aguacero, sino de un temporal, si éste se confirma.

El otro problema, y bien grande, es el viento. Históricamente, ha provocado muchas más caídas de fallas que el agua. Con el viento, los artistas están mucho más vendidos. Sólo cabe confiar en que las sujeciones aguanten, más allá de que puedan reforzar con calzos o tensores que queden de forma provisional. En este caso, además, depende mucho la demarcación. Hay cruces que están más protegidos y otros en los que el aire entra como un verdadero cañón.

El hierro puede ser salvador

Curiosamente, un elemento muy criticado en los últimos años, como es el empleo de hierro, puede ser ahora un verdadero salvavidas para más de una pieza.

La preocupación ayer era grande y la única esperanza era que las previsiones remitieran o fueran menores de lo temido. Pero ya ha habido contactos entre la Junta Central Fallera, la Interagrupación de Fallas y el Gremio de Artistas. El concejal Pere Fuset no quiso avanzar ninguna medida «porque no debemos contemplarlo hasta que no veamos que es necesario». Es decir, dejar que pase la tormenta y, entonces, evaluar. No hay que descartar ninguna. En otras ocasiones ya se ha especificado al jurado que, a la hora de evaluar, no tenga en cuenta los desperfectos que son por causas ajenas al trabajo de los artistas.

Y es que, por poder, no hay ni que descartar, en caso de que hubiera grandes daños, que se pusiera sobre la mesa la posibilidad de que la visita de los jurados fuera el 17 de marzo para que los artistas ganaran tiempo para restaurar. Es la posibilidad menos contemplada, pero no es descabellada ante los augurios. Hay que considerar, en todo caso, que se trata de una situación excepcional en todos los sentidos. De todos modos, cualquier decisión que se adopte será por acuerdo general de todas las partes.