El manto de la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, ha empezado a perfilarse y a desvelar su secreto diseño con las flores rojas y blancas que miles de falleras han depositado a sus pies en el primer día de la Ofrenda, el acto más emotivo y multitudinario de las Fallas.

Más de cien mil falleras, falleros y músicos, arropados por un sol primaveral, han iniciado a primera hora de la tarde desde diferentes puntos de la ciudad el peregrinaje hasta la Basílica donde, como cada año, está instalada la enorme estructura de madera que corona la imagen de la cariñosamente conocida como la "Geperudeta".

Es a su paso por delante de la imagen, donde se van a depositar 60.000 ramilletes de claveles, además de cestas y canastillas, cuando afloran los más fuertes sentimientos de las falleras que le lanzan besos, derraman lágrimas, hacen peticiones y comprometen sus sacrificios al entregarle sus flores.

Allí les esperaban los 39 vestidores de la Virgen, que cumplen ya 30 años bordando el manto de la patrona y entre los que hay seis mujeres y junta hasta tres generaciones familiares, con edades entre 22 y 58 años.

Empieza entonces un ritual mecánico para vestir a la virgen: unos cogen los ramos, los clasifican por colores y los lanzan a los compañeros que están en lo más alto del catafalco, de 15 metros de alto y construido con travesaños de madera, para colocarlos en el lugar exacto del bastidor.

Recién nacidos en brazos de sus madres, niños en carritos con sus padres o luciendo su desparpajo sin soltar su chupete, personas mayores, e incluso familias enteras protagonizan las escenas y acaparan piropos y aplausos de los espectadores durante el recorrido, convertidos en foco de sus cámaras y móviles.

Valencia supera así el ecuador de sus fiestas, dispuesta a no darse un respiro en los dos últimos días de las Fallas, en los que le espera el segundo día de la Ofrenda, el espectacular castillo de la Nit del Foc y la Cremà de los cientos de monumentos que espolvorean de arte y sátira cada rincón de la ciudad.