Lágrimas, promesas únicas y reecuentros con la Mare de Déu. Aplausos, música e historias personales que sólo se pueden vivir una vez. Eso y mucho más es la Ofrenda, ese momento central de la fiesta de las Fallas, que ayer demostró de nuevo su poder de convocatoria. Este camino por el centro de la ciudad es punto de encuentro de vecinos, turistas y sobre todo falleros y falleras venidas de toda la ciudad y otros municipios que saben que es un día muy especial que hace tiempo marcaron en el calendario.

Como contaba Vanesa, de Almussafes, «es un día muy especial, mucho. Llevas todo el año esperando a que llegue». Ella, a sus 42 años vuelve a la Ofrenda por segunda vez. La primera ocurrió hace 21 años. Esta vez era muy diferente. El motivo era, explicaba muy emocionada mientras caminaba por la calle San Vicente, una promesa. «Mi madre ha estado muy malita», contaba a este diario.

Otra historia personal muy especial era la de una vecina de Mislata que acudía con su marido José. Ellos llevan 45 años acudiendo a la Ofrenda, pero en esta ocasión era diferente. Explicaba que su marido está enfermo de Alzheimer, que apenas la reconoce, pero que «no quería quedarse en casa con mi hijo. Él quería estar aquí conmigo», explicaba muy emocionada al tiempo que añadía: «No se puede explicar lo especial que es la Ofrenda, es una fe muy grande a la virgen».

Por su parte, para otro fallero Jose Vicente, estar allí era «un momento lleno de diferentes emociones». Como contaba lleva toda la vida acudiendo a este acto y destacaba del mismo el hecho de que «la gente nos acompaña mucho en este momento».

Familiares en el público

Los aplausos ayer se lanzaban sobre todo al paso de las falleras mayores de cada comisión y ante los más pequeños, niños y niñas que han de realizar la gran caminata para llevar sus ramos de flores a la plaza de la virgen para contribuir a crear su manto.

Al otro lado de las vallas, de pie o armados con sillas, el público de todo tipo y venido de muchos municipios contaba su parecer sobre la Ofrenda.

Lola decía que ya no se viste para salir a llevar sus ramo «porque soy muy mayor, pero venimos todos los años a verla». A su lado Antonia explicaba que toda su familia salía vestida al desfile, y al preguntarle ¿qué es para usted la Ofrenda?, respondía: «No me lo preguntes dos veces porque me pondré a llorar. Me emociona». Junto a sus compañeras, cual expertas en Ofrenda ,comentaban al ver pasar a una fallera caminando con dificultad, «fíjate, pobre cómo va. ¡Descálzate mujer!».

Juan, otro espectador estaba allí porque tenía también a su familia desfilando. «A las 15.30 se han vestido y ya nos hemos venido». Y así a esperar pacientemente:«Aún les queda una hora para salir...».

El camino por la plaza de la Reina se dividía en dos, para que dos ríos de falleros y falleras accedieran al destino, al momento cumbre: la llegada ante la gran imagen de la Verge que ayer ya fueron confeccionando los vestidores. Hoy la Ofrenda continúa desde las 15.30 horas, con la entrada esperada de la fallera mayor de València, Raquel Alario, que se espera sobre las 23.30 horas que comience el recorrido. Ayer ya acudió la fallera mayor infantil, Clara Parejo.

Mañana el manto lleno de aroma y color dejará de ser un secreto para la ciudad.