De la misma forma que la fiesta fallera tiene muchos inicios (el primero, el 20 de marzo), también tiene muchos finales. Pero uno de ellos, especialmente sensible, es la última mascletà. Y no sólo por las lágrimas de las falleras. Es el día que, en el palco, todos se reúnen a hacerse las últimas fotografías. Y también el momento de hacer balance de lo sucedido durante los últimos cuatro días. Todos se apuntaron a hacer un balance y, por ejemplo, el alcalde Joan Ribó hizo el suyo en clave económica. Refiriéndose a la masiva presencia de visitantes «que han duplicado el número de habitantes de la ciudad, lo que demuestra que las fiestas tienen un alcande nacional e internacional. He escuchado muchos idiomas por la calle, lo que quiere decir que es un reclamo, y que sirve para potenciar la economía».

El alcalde se puso del lado de los celebrantes y menos de los sufridores porque, aún reconociendo que «es normal que haya gente que se sienta incómoda», recordó que «en cualquier otra ciudad sucede. Hay gente molesta en Pamplona, en Sevilla, en Madrid...». Y otro aspecto no menos importante era la ausencia de incidentes. «Hemos tenido algún problema puntual, pero me gustaría saber si hay alguna ciudad que, con el movimiento que tiene, registra tan pocas incidencias». Además de recordar «la buena coordinación que ha habido entre las policías» de tal forma que, a la espera de que siguiera la misma tónica durante la «cremà», «en los grandes acontecimientos sólo hemos tenido lipotimias».

Unas fallas que tuvieron, además, la fortuna de ver pasar el temporal de refilón o casi de refilón. «Hace una semana estábamos temblando, pero tuvimos suerte y se fue para Alicante», a la vez que recordó que se han hecho «sacrificios» en aras de la seguridad, como «los conciertos de la plaza». Y defendió las fallas municipales. «A mí me gustaron. Y hay que recordar que la eligió un grupo de personas. Y me gusta que tenga el carácter innovador y que sirva de banco de pruebas : ya incorpora el primer ninot 3D hecho con paja de arroz. Habrá veces que la falla municipal gusta más o menos, pero cumple muy bien su función».

Como cumplieron a la perfección el disparo los Hermanos Caballer, haciendo honor, en su estreno con los disparos grandes, al apellido que llevan en cuarta generación. Visiblemente cansados por la paliza de la Nit de Foc, la «mascletà» y lo que les quedaba por delante. «Era una responsabilidad muy grande y la gente ha quedado satisfecha» aseguraban.

Había menos gente que el sábado, pero la ceremonia del fuego diurno se cerró de forma brillante. El ciclo de disparos es historia.