Si el mercado laboral está mal, el de los artistas falleros aún más. Y cualquier intangible puede hacer tambalear un taller. Si se es mujer y se está embarazada, más factores de riesgo. «Me he dado cuenta de verdad de lo complicado que es todo para las mujeres embarazadas. Hubo momentos en los que de verdad que me preocupé». La historia tiene su miga: Teodora Chichanova fue una de las grandes triunfadoras del ejercicio de 2017. La artista búlgara, recién salida del módulo de formación profesional, debutó en fallas infantiles plantando cuatro fallas y logrando el tercer premio en todas ellas, un reflejo de las buenas maneras que se le vislumbran. Incluso en la fiesta del Gremio de Artistas recibió el premio a la mejor escena sobre la profesión de la Exposición. Pues a pesar de esas credenciales «hubo un momento en que me veía sin plantar falla o muy poco. ¿Por qué? Porque se decía que, como estaba embarazada, no iba a poder hacer fallas. Hubo gente que me ha ayudad, como Sergio Amar y, al final, entre un lado y otro, he conseguido firmar dos fallas».

Islas Canarias-Dama de Elche y General Asensio-Marqués de Solferit, con los que manejará el mismo presupuesto que el pasado año; es decir, con fallas más ambiciosas. «Lo tengo calculado. La niña nacerá en junio y en septiembre volveré a trabajar. Tengo tres meses para cada falla». Y todo a pesar de que Chichanova y su pareja «programaron» el embarazo para que cayera en «temporada baja». «En realidad tenía que haber sido para mayo, pero se retrasó un mes» asegura la artista. «Ahora viene, pero viene de verdad, porque he tenido que decir a quien me ve que no llevo gemelos».

La niña. «el mejor ninot que voy a tener entre mis manos» se formó mientras su madre se revelaba como valor emergente, que ahora tendrá que revalidar. «Sé que la competencia es mucha, pero quiero seguir creciendo como artista. Me gusta mucho lo que hago».