«Hemos rechazado la petición porque son los presidentes los que quieren hablar con él y los que quieren hacerle toda clase de preguntas por el malestar que existe. No vamos a acudir, pues, a esa reunión». Así explicó ayer el presidente de la Interagrupación de Fallas, Jesús Hernández Motes, la negativa a aceptar el ofrecimiento de reunirse tanto él como el resto de su directiva con el alcalde de València, Joan Ribó, horas antes de la asamblea de presidentes que se tiene que celebrar esta noche.

El ofrecimiento a acudir al despacho del alcalde es la respuesta a la carta presentada el pasado viernes por los 22 presidentes de agrupación, en la que hacían una triple solicitud: la comparecencia de Joan Ribó ante la mencionada asamblea «para que pueda dar las explicaciones oportunas» sobre la encuesta realizada a falleros y «someterse a las preguntas que, eventualmente, los representantes del mundo de las fallas estimen conveniente hacerle»; la «dimisión o cese de los promotores y/o responsables de idear la encuesta» y la invalidación de la misma y la destrucción de la base de datos «no reconociéndose por nuestra parte el resultado de dicha encuesta, sea cual sea».

Solo acudirían tras la asamblea

Ayer por la mañana, la secretaria del alcalde y, posteriormente, la jefa de gabinete, llamaba al presidente de la Interagrupación ofreciéndole una reunión a las seis de la tarde junto con su equipo directivo, con objeto de tratar de limar las diferencias surgidas entre ambas partes y buscar algún tipo de solución. «Les hemos transmitido que no podremos asistir y que a partir del día siguiente de la asamblea, si quieren, que nos vuelvan a llamar, puesto que son los propios presidentes quienes quieren hablar con él y trasmitirle las quejas, tal como pone en nuestro escrito».

Desde alcaldía les comunicaron que éste no acudiría a dicha asamblea. La negativa a esa reunión previa la justificaba el responsable de la Interagrupación en «el acuerdo que tenemos es no acudir a ninguna reunión antes de la asamblea».

Dos semanas de desencuentro

De esta forma, el conflicto sigue bloqueado tras dos semanas en las que se han ido produciendo todo tipo de movimientos. Al trascender la existencia de la encuesta, la concejalía explicó que se trataba de una herramienta para el Plan Estratégico de la fiesta, y que las 60 preguntas conformaban un estudio sociológico, en el que se combinaban las preguntas relacionadas con la fiesta y otras de carácter personal. A partir de ese momento se produjo el desencuentro, puesto que el ayuntamiento defendió el carácter científico del muestreo, con preguntas propias de cualquier encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas. Pero los representantes de las comisiones lo rechazaban por algunos contenidos que consideraban «inadecuados», como preguntar por simpatías políticas y religiosas.

El día 12, el concejal Pere Fuset y parte de su equipo de confianza, tanto del ayuntamiento como de la JCF, se reunía con la directiva de la Interagrupación para explicarles los términos y motivaciones de la encuesta.

Preguntas apócrifas

Para ayudar a la ceremonia de la confusión, aparecieron preguntas apócrifas, relacionadas, entre otras, con la gestión del ayuntamiento y los concejales. El día 13, el propio edil y la empresa encuestadora daba a conocer el cuestionario, en el que no figuraban esas preguntas.

El día 14, la reunión general de las agrupaciones decidía preparar el escrito con la triple solicitud (comparecencia, dimisión y anulación), con el voto de 19 de las 22 agrupaciones. Se dio, sin embargo, un plazo de varios días para que los presidentes consultar cada uno con sus propias comisiones. El día 22 se presentaba el documento por registro de entrada con la firma de la totalidad de agrupaciones, a la que se adhirieron la Federación de Primera A y dos terceras partes de los delegados de sector de la Junta Central Fallera.

La asamblea de presidentes se lleva preparando desde hace tiempo y se prevén parlamentos de sus miembros más críticos.