er muy joven y ser fallera mayor es lo mejor». Va siendo hora de que también las veinteañeras de nuevo cuño reivindiquen su papel, pues una chica de su edad era la normalidad absoluta hace menos de una generación y ahora empieza a ser poco menos que una rareza. Prácticamente tan sólo una de cada cuatro falleras preseleccionadas tiene una edad entre los 20 y 21 años. «Me considero una persona muy responsable y con ideas claras». Y prueba de ello es que, aparte de los estudios, ya está enfrascada en el negocio familiar: «trabajo en el cátering familiar, Sulya. He hecho de todo: igual en la gestión que en la cocina». Pero los estudios los tiene orientados hacia otro lugar: «la fisioterapia. Este año empezaré el tercer curso en la Universitat de València. Quería medicina, pero cuando estaba más cerca de la selectividad opté más por esta carrera, que está más en auge. Cada vez hay más práctica de deporte...». Y también es más necesario alguien que cuide de las lesiones.

Su aterrizaje en Quart-Turia es reciente. «Mis hermanos son de esta falla y la verdad es que nos apuntamos porque había que echar una mano y apoyar después de la crisis interna que hubo en la comisión». Siente veneración por ellos y por sus padres «que me lo ha inculcado». Llegó a València muy pequeña desde Granada «y en seguida me metí en las fallas». Su trayectoria fallera ha pasado por hasta tres comisiones «dependiendo de donde vivíamos». Así, empezó en «Manuel Simó-Jacinto Labaila y después en L'Antiga de Campanar. Cambiábamos porque era esencial estar cerca de casa». Luego llegaron los cantos de Quart-Turia y, nada más llegar, la subieron a lo más alto. «Llevaba mucho tiempo queriendo ser y sentirme fallera mayor. No había nadie este año en la comisión y fueron ellos quienes me empujaron a serlo». Y volviendo a la cuestión de la edad reclama que «se apunten gente de mi edad, que gestionen y confíen en ellos». Lucía ha empezado este año en una función especialmente ilusionante y apasionante... «las recompensas».

Entre hermanos y hermanastros suman cuatro y ella es la más pequeña. «Bueno. La más mimada, de acuerdo. Pero, sobre todo, una persona feliz y agradecida a todo».