La corte infantil del año 2000 se caracterizó, entre otras cosas, por la peculiaridad de su santoral. Los tiempos estaban cambiando y los padres empezaban a estrenar nombres de pila poco vistos hasta ese momento. A las dos primeras les pasaba precisamente: Leyre Seco y Meritxell Soler. Esta última regresa diecisiete años después, con 26 cumplidos, buscando un doblete, corte infantil-corte mayor, que ya han logrado de ese grupo las dos Beatrices: Donnay y Hernani. Y lo hace con mucho corazón: «soy médico residentes de cardiología en el Hospital Clínico. Hice los seis años de carrera, el MIR y ahora estoy en el segundo año de residencia». Y si ha logrado hacerla en su propia ciudad es porque los resultados son buenos o mejores. «Durante la carrera tuve algunas dudas. Primero pensaba que me dedicaría a cirugía», pero optó por una especialidad con mucho intervencionismo: «arritmias, hemodinámica, pruebas de esfuerzo...» y emergencias. «Es un trabajo con mucha tensión, pero también muy agradecido. Cuando atiendes un infarto y ves que alguien ha salido de algo tan grave, te da mucha satisfacción».

También es de corazón su adscripción a la falla, Avenida Burjassot-Joaquín Ballester. «Es la falla de mi familia: de mis padres y sus hijos, de mis abuelos, mi pareja, mis amigos... es parte de mi vida. La casa, el trabajo y la falla. Eso me llena y me hace feliz». Con su baza, la comisión de Avenida Burjassot-Joaquín Ballester tratará de reverdecer laureles. En los primeros años era la comisión con más representantes (incluyendo un caso único: tres hermanas, las Navajas Lahuerta). Pero la última que ha pasado por el grupo selecto es ella misma de niña. Con un dato de récord: «soy la sexta finalista de mayores de mi comisión».

Ha pasado tiempo desde aquel 2000. «Hemos seguido teniendo relación y más últimamente, porque fuimos las organizadoras de la Cena de Cortes Infantiles del último año». Ha esperado a ser fallera mayor «porque quería serlo cuando tuviera algo de independencia. Poder hacerme el traje que yo quisiera sin tener remordimientos».

A todo esto, ¿por qué se llama Meritxell? «Mi padre trabajó durante un tiempo en La Seu d'Urgell. Tenía cerca Andorra y conoció el nombre de su patrona, Meritxell. Un nombre poco habitual y que le gustó mucho».