Hubo un tiempo en el que Progreso-Teatro de la Marina fue un vivero de la corte de honor. Aparecían en un corto espacio de tiempo: 1987, 1988 y 1990 por un lado y 1999 y 2001 en otro. Pero el Siglo XXI pide a gritos alguna oportunidad de recuperar el regusto. En la Fonteta tendrán no una, sino dos opciones: la niña María Querol y Sonia. A sus 29 años, una edad que ya no es extraña en la corte, el recuerdo de su reinado infantil es "del siglo pasado". «Fui en 1999. Y siempre tuve la ilusión de ser fallera mayor, pero pasa lo que pasa: lo vas dejando, crees que ya llegará el momento, en la falla siempre tenemos candidatas€» y pasaron los años hasta que, estando en la directiva de la falla, le dijeron el socorrido "¿Y por qué no eres tú este año?". «Lo consulté con mi pareja, con la familia€» y fue la protagonista en la ritual apertura de sobres. Su madre es del barrio y su padre, aunque tiene raíces en el Carmen, ya estaba más que asentado en los Poblats. No hay mejor indumentarista que su madre, que se apuntó a una academia para convertirse sus manos en las autoras de una parte del sueño.

Durante estos años no ha estado para nada cruzada de brazos: es maestra de Audición y Lenguaje y trabaja para la Consellería de Educación, aunque no era, en teoría, su destino «sino para Bellas Artes. Somos familia de pintores. Ahora pinto pero como afición. En el último momento siempre puede cambiarla vida y no me quejo porque tengo un trajo estable». La Fonteta le espera, lo que supone, además, para las dos fallares un par de meses de "vidilla". «La preselección era nuestro último acto de verdad. Esto nos permite alargar nuestro futuro». Y como ya ha sorteado el peligro alguna vez «como el día de la presentación, que empezó lloviendo y al final se arregló», ahora espera que algo llueva del destino y que sea positivo.