Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Marta Sobrino Martínez (Creu i Mislata)

Honores para la hija de la Villa

La fallera de Creu i Mislata, futura maestra, regresa al cargo representativo tras su paso por la corte infantil de 2001 - Su edad, 24 años, sólo le permite ser la cuarta fallera más joven del grupo

Honores para la hija de la Villa

«El alcalde me mandó un mensaje y estaba muy contento. No sé si me darán algo especial, pero están orgullosos de que una mislatera esté en la corte de honor». Divinos tesoros las falleras de población asociada que pasan a convertirse en alguien importante en las fiestas de la metrópoli.

Creu i Mislata lo han sabido bien durante dos generaciones. Las de los ochenta y la primera década del nuevo siglo. Y cuando empezaban a echarlo de menos, tras las hermanas Oliver Membrilla, vino Marta Sobrino para seguir creciendo el liderazgo. Seis cortesanas, líderes absolutas. Muchas victorias para una comisión que, tres cuartos de siglo después, aún no ha conseguido ganar un primer premio de falla. «Algún banderín de primer premio he visto en el casal». De fallas infantiles. «Bueno, pero en belenes sí que hemos ganado más de una vez».

Con Marta, además, las adultas de Mislata recordan la diferencia de entre las hijas del pueblo que han sido seleccionadas: quince niñas contra ocho mayores. La recompensa es, pues, para una joven cuya familia nunca se ha movido de la villa. Ella tiene un hermano mayor, una cuñada «y una sobrina de tres añitos que me vuelve loca».

Que le gustan los pequeños lo demuestra en su proyecto de futuro: maestra de primaria. Mientras, va cogiendo práctica «en el colegio Villa Romana de Catarroja, donde estoy de monitora. La verdad es que me han facilitado las cosas. Mi día a día es el coche. Está a quince minutos de casa, con lo que tampoco es muy complicado. Una amiga mía dejaba de trabajar y me dijo que si le daba el currículum». El problema son las oposiciones. «Tendré que organizarme más, quizá levantarme un poco más pronto para estudiar». Durante su jornada habitual «estoy en el comedor. No hago la comida, sino que procuro que los niños coman», explica. Que no es poco.

De todas las teorías vertidas sobre el cambio en las edades de la corte de honor, el caso de Marta es, seguramente, el más ilustrativo: tiene 24 años. Hace no mucho tiempo habría sido la más mayor del grupo. Ahora, ese casi cuarto de siglo no le da más que para ser la cuarta más joven. «Suena raro pero es verdad. Estoy muy contenta con la diversidad de edades que hay. Cada una podrá aportar algo diferente. Y estoy encantada con el grupo que hemos hecho. En líneas generales todas tenemos la cabeza muy amueblada y somos muy responsables. Ni la más pequeña es infantil ni la mayor es excesivamente madura».

Eso sí, el curso natural de su vida era crecer como fallera. En su llibret del pasado mes de marzo, su primera frase es esa: «Quan siga major, vull ser fallera major». Y tocó el cielo con esa ya varias veces comentada imparable corte infantil de 2001. Casi la mitad, seis han repetido de mayores. «La unión que se formó en 2001 la hemos sabido transmitir. La pasión por las fallas que sentimos y quizá tenemos una estrella. Todas ellas muy orgullosas de nosotras, vinieron a la Fonteta y nos han dicho que nos van a seguir». Eso sí, avisa que, si no hay cambios, hay un alto el fuego. «Creo que Rocío y yo somos las últimas. Me parece que el cupo de 2001 ya se acaba». Que una fallerita repita de mayor no es infrecuente, pero que dos de una misma promoción repitan de mayores es insólito. Ella y Rocío Gil lo han conseguido, pero no serán pareja. «Ella es un pelín más alta que yo. Estará con Lucía, con Estefanía...».

Son tiempos pasados. «Recuerdo sobre todo de Cecilia, Toni, Jorge, Miguel... acompañantes. Era muy, muy pequeña y tengo algunos recuerdos vagos». Porque la madurez le permite reflexionar. «Cuando salí de la corte tenía siete recién cumplidos». ¿Demasiado pronto? «Quizá por la madurez, poder recordar a día de hoy todas las vivencias. Estoy igual de orgullosa de haberlo sido. Pero era un bebito»

Y una anécdota de vivencias peligrosas. «En las pruebas para corte: el sábado antes de empezar tuve un esguince de grado dos. Y con un esguince me he puesto tacones, he llevado tobillera... y no fue haciendo algo raro: iba con mis amigos, iba a bajar a la acera y se me dobló. Al fisio no hacía más que pedirle ayuda».

Compartir el artículo

stats