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Silvia Vicent Cifuentes (Ingeniero Manuel Maese)

Puro Cabanyal, corazón Malva

Silvia Vicent vive en una casa típica de su barrio, de casi cien años, y su padre tiene un puesto en el Mercat, pero la vida fallera la desarrolla en la comisión más al norte de los Poblats Marítims

Puro Cabanyal, corazón Malva

Hay espacios de la ciudad dotados de un sentimiento diferenciado. Que, cuando llega la elección de falleras, tiene su casillero partícular. ¿Cuantas son de poblaciones? ¿Cuantas de la Gran Vía? ¿Cuantas ruzafeñas?€ y, por supuesto, ¿cuantas de Marítim?. Silvia Vicent es quien lo ostenta este año entre las candidatas mayores. Y rebosando ADN para ello. «Soy del Cabanyal, mi Cabanyal». Pruebas de ello. Por ejemplo, su lugar de residencia. «Tengo mucha suerte. Vivo en una casa antigua, del año 1923, que era de mi bisabuela. Una casa de pueblo en medio del Cabanyal. Cuando la reformaron mis padres mantuvieron todas las estructuras de madera posibles. Tiene una planta baja, una plana arriba, una terraza que es la vida entera».

Y también porque su padre es una de esas personas que conoce todo el mundo. Es lo que le pasa a quien, como Miguel Vicent, tiene un puesto de aves en el Mercat del Cabanyal. «En estos días no sé cómo habrán ido las ventas, pero a la parada ha ido todo el mercado a felicitarle. Incluso gente que no son clientes habituales. En situaciones así, la felicidad es aún mayor. El día antes de la elección había llevado un lienzo que tengo en casa. Estaba súper orgulloso, todos le preguntaban, le deseaban suerte. Y te garantizo que el lienzo no es pequeño». Ella ha echado una mano en el negocio familiar. «Cuando estaba estudiando siempre le ayudaba. Incluso ahora algún fin de semana también».

Para la falla cruza la frontera de la antigua vía del trenes y se adentra en el último rincón de la Malva-rosa. «Mis amigas estaban apuntadas a la falla y ahora hago mucha vida allí. Estoy dividida. Mi Cabanyal es mi Cabanyal y la Malva-rosa es preciosa y su gente también».

Curioso e interesante el caso de Ingeniero Manuel Maese-Cristóbal Llorens. Tiene a su lado una falla grande, conocida y reconocida, Malvarrosa-Ponz-Cavite, con sus luces y sus buenas fallas. A pesar de ello, ellos no forman una comisión pequeña. Todo lo contrario. Son un montón de falleros. «Tenemos mucha "germanor" entre nosotros y con las demás comisiones y hemos conseguido mantener mucha personalidad para que no sólo no se hayan ido, sino que se hayan apuntado más y más. ¿Qué hacemos? A mi me encanta que hacemos pelota valenciana y este año ya estamos en la división de honor. Vamos a verles en los partidosa de la liga de la Junta Central Fallera. Mi novio está en el equipo y me encanta este deporte».

Fallera de corazón

Ella llegó allí «hace siete años». Pero, como le pasa a otras de las componentes del nuevo grupo de trece, reivindica el derecho a sentirse muy fallera a pesar de que el ingreso en una comisión haya sido hace, relativamente, pocos años. «Es verdad que en un casal lo vives desde dentro, desde el corazón, pero sentirlo lo he sentido siempre, aunque no estuviera en el casal. Y cuando empecé a trabajar y me lo pude permitir es cuando me apunté. Pero el sentimiento estaba mucho antes».

Atrás ha dejado su participación en la Semana Santa. Como ya explicó en los perfiles publicados en verano, era Judit en la Hermandad de Jesús con la Cruz y Cristo Resucitado. «No descarto volver. El puñal (el de su personaje) y los trajes los tengo»

Paradoja en el campo laboral: vive feliz en una casa cabanyalera cien por cien. Pero a la vez trabaja€ «de administrativa en una empresa de administración de fincas. En el Grupo Palacios. Lo hemos hablado muchas veces y me apoyan en todo. Somos como una familia, una empresa pequeñita en la que nos llevamos muy bien. Por mi parte también les voy a dar todo lo que haga falta. Van a hacer un esfuerzo y yo también lo haré».

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