La asamblea extraordinaria de presidentes de falla dejó claro que, o mucho cambian las cosas, que no parece, o que no habrá Congreso Fallero a medio plazo. Con lo cual, el Reglamento Fallero continuaría vigente, incluyendo el modelo de funcionamiento y algunos de los anacronismos que atesora en su texto. Pero, a la vez, se evitará el debate "independentista", que cuestiona la continuidad de la Junta Central Fallera bajo la tutela municipal.

De la misma forma, el debate también dejó translucir la impaciencia de los presidentes porque regrese el presidente, Pere Fuset y, como se dijo repetidamente en las intervenciones, "nos pongamos a hablar de fallas y hacer falla". Hay que recordar que el concejal había puesto como imperativo que la fiesta decidiera si modificaba su particular Constitución antes de regresar a los debates ordinarios. Por lo escuchado quedó bastante claro que se le espera, pero que también se le espera para presionar en aquellos aspectos de la fiesta que reclame la asamblea y que en su regreso no faltará el reproche por la ausencia.

Como es lógico, aunque se cuestionó durante las intervenciones, a la mesa, llevada adelante nuevamente por el vicepresidente Javier Tejero y el secretario Ramón Estellés, el debate no podía profundizar en los contenidos de dicho congreso, puesto que para eso hace falta elaborar ponencias y presentar enmiendas. Pero es que el debate era mucho más de inicio: parece bastante claro que la asamblea no está por la labor de celebrar congreso alguno. Porque no es el momento y porque el ambiente está crispado. Ahora se deja un margen hasta el 14 de noviembre para que cada presidente pueda consultar en sus juntas ordinarias si se debe celebrar o no dicho congreso y, entonces, realizar una votación formal. Muy lejos parece, en estos momentos, el voto afirmativo.

La lógica de los acontecimientos dice que, a partir de entonces (en la asamblea ordinaria de noviembre), el concejal regresaría a las asambleas, donde llegará el momento de pulsar de verdad cómo están las relaciones entre el parlamento de la fiesta y la autoridad municipal, después de meses de desencuentro.

La asamblea también permitió vislumbrar el malestar porque el debate sobre la celebración del congreso se impusiera "desde arriba" y que no sean los falleros (la asamblea) los que marquen esos tiempos, con la paradoja de llegarse a cuestionar desde cuándo estaba en debate cambiar o no el Reglamento, algo que, sin embargo, sí que se ha comentado en numerosos foros de la fiesta y en la propia asamblea.

El presidente de la Interagrupación, uno de los principales defensores de la no celebración del Congreso, y con quien la JCF había pactado esta hoja de ruta, intervino para decir que "si queremos arreglar las cosas, vamos a votar el 14 y, a partir de ahí, hagamos falla. Si la única forma de arreglar la situación (la ausencia del concejal) es hacer esto, y como creo que todos lo tenemos bastante claro, votemos y ya está". Hernández Motes aprovechó nuevamente para pedir disculpas "por si alguien se ha sentido ofendido", en relación a su presencia en la manifestación ilegal del 9 d'Octubre, a lo que un presidente le contestó dándole la "bienvenida a la moderación". Ahí quedó también finiquitada la polémica.

En definitiva, o mucho cambian las cosas, que no lo parece, o el Reglamento Fallero se quedará como está ante la no celebración del Congreso y Pere Fuset reaparecerá en la asamblea a finales de noviembre. Cómo será entonces el talante de los debates ya será otra cuestión.