El Palacio de la Exposición fue el escenario del acto de presentación de los proveedores oficiales de la Junta Central Fallera para vestir a las falleras mayores de València y cortes de honor. Pero en esta edición, la del curso 17-18, registró una novedad sustancial: en lugar de ser una presentación exclusivamente de maniquíes y expositores, hubo 24 modelos de carne y hueso: las propias falleras de la corte, que aprovecharon este acto para vestir, por primera vez, los trajes Siglo XVIII. Ha cambiado así la rutina de los años anteriores, en que estos vestidos se estrenaban en enero, en la Gala de la Cultura. A partir de ahora son los que utilizarán hasta finales de ese mes, en que, con la exaltación ya celebrada, alternarán unos y otros.

También hubo estreno para Rocío Gil y Daniela Gómez. En el caso de la fallera mayor, por ejemplo, también tuvo un guiño especial para este acto, puesto que llevó la tercera tela que se le regala (además de los trajes "primero" y "segundo") y completó el modelo con exactamente los mismos proveedores oficiales, tanto el indumentarista (que, además, ha trabajado con ella desde niña, Eugenia Puertes) como el resto de complementos.

Precisamente, el estreno de Eugenia Puertes con la fallera mayor y corte de honor adultas es una de las principales novedades en la adjudicación de indumentaristas para las falleras de 2018, que está acompañada por La Joia, que es la responsable de las infantiles y que ayer también estrenaron traje.

Los indumentaristas se asignan por concurso público algunas de sus partes y otras se ofrecen por si alguien quiere hacerlo de forma gratuita. En caso contrario, se tienen que adquirir los complementos. En cualquier caso, se trata siempre de precios fuera de mercado, que no se aplican a una clienta habitual.

Valga el ejemplo: los responsables de elaborar y cosar los trajes (de convertir las partes en un todo), de acuerdo con el concurso público, salen a una media de 500 euros por traje completo (26 mayores y 26 infantiles). Pero a eso hay que añadir que tienen que acompañarlo de los corpiños de la Ofrenda (13 y 13), además del coste de cintas y entretelas, todo lo cual bajaría esa media. Pero el rédito que, en teoría, obtienen, es la repercusión que obtienen por alcanzar esa condición de "Oficial" y el prestigio que eso supone.

Las telas no cambian (Vives y Marí las mayores y Entretelares las infantiles), y tampoco los delantales y pañuelos (Artesanía Viana e Hijas de Carmen Esteve, respectivamente) o los aderezos (Art Antic), la joia (Vicente Ballester) o las medias (Elvira Bella)

Pero a partir de ahí aparecen ya novedades, como las peinetas, que serán de Flor d'Aigua en mayores y Peris Roca en infantiles; o los zapatos, que pasan a ser de Criselen.

La posticería será de Realce, aunque la empresa de Paterna ya suministraba la materia prima. En Cancanes y blusas se incorpora Margarita Vercher para el Siglo XVIII y se mantiene Mavimar para el XIX.

También son nuevos los suministradores del "mocador d'abric" (lo que en los últmois años se ha estado denominando como pañolón como marca registrada), que será la Compañía Valenciana de la Seda, los abanicos (SuperArte de Alicante). Se incorporan las puntillas de Santos Textil y otra de las novedades, los jubones negros para el traje del Siglo XVIII, correrán a cargo de L´Atelier de la Seda.

Vives y Marí y Garín son, además, los responsables de confeccionar los espolines de las falleras mayor e infantil, respectivamente, que estrenarán en sus exaltaciones.