En el mundo de las Fallas a nivel Comunitat Valenciana (Junta Central Fallera y juntas locales) se ha empezado a abrir un debate, que de momento no pasa de informal, sobre la necesidad de involucrar a las grandes instituciones, más allá del ámbito municipal, tras la declaración de las Fallas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Y para ello, en algunos foros se está hablando de cómo hacerlo, algo que pasaría por promover algún tipo de asociacionismo en la que las fiestas falleras de toda la Comunitat Valenciana alcanzaran un estatus supramunicipal fuerte con el principal y evidente objetivo de conseguir ayudas económicas, campañas, actividades o proyectos comunes, sin por ello menguar la independencia absoluta de cada población y de cada estatus, ya sean juntas que con organismos autónomos locales o entidades independientes del ayuntamiento.

Las Juntas Locales forman parte del entramado de la Junta Central Fallera bajo una tutela, a la hora de la verdad, ficticia. La JCF dispone de algunas prerrogativas, como la concesión de los «bunyols» o la coordinación del envío de jurados entre poblaciones (a aquellas que lo solicitan). Pero nada más. En la práctica, no existe ningún tipo de dependencia: las poblaciones tienen sus propias reglas con sus ayuntamientos. Nada influye la «metrópoli» en la organización de la fiesta en ninguna otra población. Lo que sí que se ha hecho durante la última legislatura es, precisamente, organizar actos y concursos conjuntos a escala autonómica. Así sucede con la «Mostra de Teatre», la «Champions de play back» , la «Gala de los Unos» a las fallas ganadoras, el campeonato de pilota valenciana o el tradicional de truc. Es decir, una globalización en la que se compite de igual a igual.

En cualquier caso, lo cierto es que, más allá de concursos, no existe una unidad de acción de la marca «Fallas», especialmente necesaria en este momento, en el que la declaración de la Unesco obliga a adoptar medidas de acción y protección especiales. Aún no se han hecho ni siquiera estúdios jurídicos (por ejemplo, es probable que una «Federación» sólo pudiera hacerse si todas las juntas tienen un mismo estatus jurídico: dependientes o no dependientes de sus ayuntamientos). Pero sí que se ha instalado la inquietud, el debate por la necesidad, más que segura, de que las estructuras tradicionales son más que mejorables.

A nivel institucional, las ayudas de la Generalitat se centran, ahora mismo, en los premios al fomento del valenciano en los llibrets y un premio económico a las ganadoras de primer premio, mientras que la Diputación ha cambiado en los últimos años su tipo de ayudas: en lugar de hacer una promoción del presidente de turno a cambio de una gratificación, se obsequia con un estandarte que contiene un mensaje social, además de promover el estudio de impacto económico en las fallas de las poblaciones. Ahora, lo que se plantea es qué poder hacer más con un colectivo que reúne a doscientas mil personas de norte a sur de la Comunitat Valenciana.

Dos Galas Falleras

Por otra parte, la Gala Fallera quedará desdoblada en dos festejos diferentes: uno para las comisiones del «cap i casal» y pueblos asociados y otro para el resto, con objeto de crear dos actos más pequeños y que no deriven en lo que se habían convertido en los últimos años por el exceso de asistencia.