O un extremo u otro. O exuberantes y sensuales cuando se trata de mujeres jóvenes, o extremadamente arrugadas, gordas y maternales cuando son mayores. Así denunciaba Antonio Conca la representación fallera de las mujeres en exposiciones como la del Ninot, celebrada en el Museo de Ciencias de València.

«Desde que el mundo es mundo, las mujeres hemos sido objeto de todo y todos, en especial de los monumentos falleros», explicaba ayer la italiana María Cristina Gandolfini.

Una de las visitantes a la exposición de ayer, Fina Zurriaga, reconocía, sin embargo, que esta vez muchos de los artistas falleros habían «tirado a la basura el molde con el que se configura año tras año el cuerpo de la mujer».

Y es que, a su parecer, al igual que el de Amparo Burguet y Salva Sevilla, se ha conseguido dejar atrás la figura grotesca que explotó en los años 70 coincidiendo con el destape femenino. «Ya era hora que tomasen en serio lo que supone ciertas representaciones de la mujer y cómo esto las degrada hasta tal punto de reproducir la violencia ejercida sobre ellas», denunciaba Fina.

«Aunque bien es cierto que, como en el ninot del tango o la del cabaret, la mujer se sigue representando con una sensualidad que aún no se ve en los hombres», reconocía Amparo.

«Libertad de creación»

Por su parte, tanto Jose Fuster como María Amparo Marí apelan a la «libertad de creación». «Debemos mirar los monumentos falleros con unas gafas especiales para no maximizar ciertas problemáticas», pues aseguran que este tipo de monumento fallero «no se hace con mala intención».

Mientras, Ruben de Haro reconocía en la exposición de ayer una «hipersexualización» de la figura femenina y considera que la polémica surgida alrededor de ella en las últimas semanas «llega un poco tarde».

En cualquier caso, Fina Zurriaga denuncia que, «con la violencia ejercida, hoy y siempre, sobre la mujer, deberíamos dejar de considerar estas figuras como meras representaciones satíricas y tomar en serio su significado».