Amantes del arte, la creación y la sátira. Decenas de adeptos a la belleza encontraban ayer su lugar fetiche. La Sala Arquerías del Museo Príncipe Felipe de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias permitía desde ayer a las diez de la mañana disfrutar de un paseo por los recovecos de la tradición valenciana. Y es que la Exposición del Ninot abría sus puertas para que el gran público pudiese pasear entre los setecientos ninots que conforman el mayor festival de arte público de la calle.

La controversia entre los criterios a seguir para juzgar y salvar de las llamas a alguna de estas obras enfrentaba a más de un asistente. «¿Cómo las valoramos? ¿Por el mensaje que transmiten o por lo bonito y artístico de la estatua?», preguntaba Ana Lara a su pareja Diego Conca. Y es que Ana llegaba directamente de Cataluña y era la primera vez que acudía a una exposición como esta.

Para María Dolores Carbonell, madre de Diego, debe haber una combinación perfecta entre el mensaje y la belleza, al igual que consideraba el visitante José Fuster. Ellos, sin duda, se decantan por los ninots que incorporan alguna denuncia. Como la del artista fallero Jose López Ibáñez, en la que Adán y Eva lamentan, con lágrimas en los ojos, «El paradís que estem deixant», haciendo referencia al cambio climático, o el monumento contra la mutilación genital femenina de la falla Aras de Alpuente Castell de Pop, hecha por Artes Plásticas Pop.

«Los monumentos falleros son, al fin y al cabo, un gran escaparate visual de realidad que llega a todo el mundo. Es un canal perfecto si lo que se busca es reivindicar», consideraba María Dolores.

Pero, como es ya habitual, los hay que se decantan por la sátira política. Como Salva Sevilla y Amparo Burguet, falleros de Aldaia. Ambos están de acuerdo en que su presencia es clave en la Exposición del Ninot. «Sin la sátira, el mensaje quedaría cojo», reconocen.

Como ya adelantaba ayer este diario, la estrella indiscutible de la crítica fallera fue el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset. Aunque hubieron algunos visitantes, como María Amparo Marí, que consideraban «excesiva» la representación del concejal. También fueron protagonistas el expresident de Cataluña, Carles Puigdemont, y el alcalde de València, Joan Ribó.

Entre tanto protagonismo de algunos, ¿una figura que se eche de menos? Algunos apuntaban a Rita Barberá entre risas. «Con todo lo que ha dado de qué hablar a esta ciudad debería seguir manteniendo su puesto entre las figuras de sátira». Otros, mientras, apuntaban al Rey emérito. «Otro que da mucho que hablar y tampoco vemos ninguna figura suya», denunciaba en un tono más serio Antonio Conca.

«Más Gürtel, Rajoy y Camps. Menos Puigdemont y Cataluña», denunciaba Lidia Aquino. Y es que hasta cuatro veces el visitante podía ver al expresident de Cataluña: como el protagonista de la serie de HBO «Juego de Tronos», como un buda, o como el muñeco vudú de Rajoy. «Estamos cansados ya de dar siempre vueltas a lo mismo», lamentaba Diego Rubio. «Estamos ya cansados de primar a Puigdemont sobre problemáticas más importantes para los valencianos», denunciaban María Rodríguez y su marido Fernando.

Pero también había quien prefería dotar de importancia a las figuras que dejan de reflejar la realidad de personajes públicos para centrarla en la gente de a pie. Preferían considerar, por tanto, a los monumentos falleros como un espejo en el que mirarse.

Tanto es así que, para María Cristina Gandolfini, el ninot que merece ser salvado de las llamas es aquel que, comenta, refleja su propia historia. La escena: un tango en el que el protagonismo lo centran un hombre y una mujer anónimos. «Me recuerda a cualquier escena de baile entre mi marido y yo», comentaba María Cristina. Y es que, como los personajes creados por el artista Erik Martínez para la falla Náquera- Laurí Volpi, esta italiana es bailarina.

También los hubo que creían que el ninot merecedor de evitar las llamas debe ser algo bello. Algo que, además, englobe la tradición valenciana. Esta definición encaja con la de la falla del artista Platero y Borrás. María Cristina, italiana de nacimiento, asegura que lo que debería primar en la exposición es la visibilización de las raíces valencianas: la huerta y la vida en el campo, la cerámica, la paella y tres generaciones que se unen para relevar la tradición.