La simbología de las fallas no es uno de los elementos más representativos de la misma. Cada comisión tiene su escudo, confeccionado en el momento de la fundación del mismo, y que se contempla en el llibret, el estandarte, las bandas de las falleras...

La heráldica de las fallas no ha cambiado especialmente con el paso de las décadas. Fallas veteranas y fallas nuevas han seguido calcando unos esquemas muy parecidos, consistentes en emblemas en los que se acumulan, con mayor o mejor gracia, con mayor o menor orden o con mayor o menor nitidez, elementos clasificables en grandes grupos.

El más extendido es el de la simbología fallera general. Fuego, falleras, -tabals i dolçaines-, calendarios, mantas, ninots, peinetas, pirotecnia, hojas de laurel, bustos de fallares, -bunyols-... dicen poco de lo que es la comisión. Son los "genéricos".

También abunda la iconografía de estereotipos del "cap i casal", especialmente el escudo de la ciudad -sólo o por piezas, especialmente el "rat penat" (casi siempre de frente, salvo el curioso modelo de perfil de Maestro Gozalbo) y el rombo con las cuatro barras-, la cimera de Jaume I o la del Cid, la paella y monumentos que simbolizan a toda la ciudad: Torres de Quart y Serranos y, especialmente, el Micalet. Estos tres elementos los tienen comisiones de cualquier parte de la ciudad, sean o no del barrio respectivo.

Otro grupo es el que evoca imágenes no del centro de la ciudad, sino de la huerta que lo rodea: barracas, carros, naranjas, campos de labranza, etcétera. Que tienen más razón de ser en fallas que están en zonas de huerta o que lo eran hasta hace poco (La Punta, Huerto San Valero), como veremos ahora con los elementos marineros.

Porque después están la alegorías zonales. Las hay que son genéralistas. Especialmente de tres tipos: los motivos marineros en las comisiones de la fachada litoral (barcas, anclas, caracolas, redes, peces, velas) -con alguna rareza, como el barco que hay en Ministro Luis Mayans-Platero Suárez, en pleno barrio de Zaidía-. Los escudos -en todo o en parte- de las poblaciones adscritas a la Junta Central Fallera (muchas de Mislata, Quart, Xirivella) o de las poblaciones que dan nombre a las calles (Bilbao-Maximiliano Thous, Salamanca-Conde Altea, Alcácer-Yátova, Castellón)

Y como elemento más vecinal y, posiblemente más valioso, los monumentos y torres propios de cada demarcación, que pueden ser reproducciones exactas -por ejemplo, la Creu Coberta en la comisión del mismo nombre, la Plaza del Negrito, el Pouet de Burjassot- o alegóricos -la fuente de la falla La Fonteta-.

Otro grupo sería el de los retratos de los personajes con calles que dan nombre a la comisi-n (Lope de Vega, Pintor Goya, Pintor Domingo, Conchita Piquer, San Roque). También, en un intento seguramente de identificar fallas con cultura, se repiten elementos como paletas de pintor, instrumentos musicales, tinteros y libros. En ocasiones sirven como señuelo en calles con nombres de artistas (Murillo-Palomar, Maestro Valls, Blasco Ibáñez-Mestre Ripoll, Salvador Giner-Gregorio Gea, Eduardo Marquina) pero no es obligatorio: se pueden ver paletas de Reino de Valencia-Duque de Calabria, Blanquerías, Náquera-Lauri Volpi, Poeta Altet-Benicarló

Además de los retratos de personajes conocidos, no faltan los tipos valencianos, labradores y labradoras. En ellas prevalece el busto; en él, en acción, especialmente tocando la dolçaina.

Por último, están las particularidades, aun de más proximidad. Están las edificaciones propias de la demarcación (la fábrica de tableros de Villarrasa en Pérez Galdós-Jesús; un Molino (de Na Robella) en Linterna-Na Robella...

A lo largo de estos años son pocos, muy pocos, los que han adoptado formas más estilizadas, alejándose del concepto "escudo" para pasar al logotipo. Hace más de un cuarto de siglo fue pionero en ello Monestir de Poblet-Aparicio Albiñana, cuyos elementos, igual de tradicionales (campanario, llama, rat penat, senyera) aparecen sin embargo convertidos en sombras con abundancia de rectas. Más recientemente, Mosen Sorell-Corona ha desarrollado un logotipo que es, a todos los efectos, su imagen -con las tres letras "ese" de su denominación-, San Marcelino ha simplificado y "limpiado" su escudo...

En la forma prima la lectura vertical, en el que unas hojas de laurel o una cinta con el nombre suele "recoger" el conjunto. Los escudos en círculo también abundan, pero menos. Y sólo ocasionalmente veremos figuras que finalizan de forma triangular, como Cuba-Puerto Rico o Virgen de la Cabeza. Pocas tienen una disposición claramente horizontal, como Castellón-Segorbe o Cádiz-Denia. Por peculiar, no cabe duda que el perfil más peculiar sea la del Barrio de la Luz, cuyo contorno es una bombilla que adopta en la pa superior la forma de una peineta. O la de Massarrojos, que también tiene forma de peineta.