Prácticamente ni un alma, prácticamente ni un sonido, más allá del que se intuye unos metros más allá. La calle Periodista Azzati luce un aspecto sorprendente en los minutos previos a la «mascletà». Está totalmente vacía. Ni está la falla del mismo nombre, ni los coches de la corte de honor. Es una de las vías, como la calle Correos, destinada a convertirse en vía de escape ante cualquier emergencia. Unas vallas cierran el paso y los policías locales reconducen a los que quieren acceder. Sólo se permite el acceso a los que quieren acceder a los comercios. «Voy a la farmacia», «Voy a Julián López»... los agentes se arman de paciencia para indicar a los que no pueden pasar que tienen que seguir por la calle San Vicente para buscar otra ubicación. La duda es si realmente este control se podrá hacer cuando lleguen los días grandes.

Por ejemplo, hoy. Que si la meteorología sigue respetando, se prevé que habrá una afluencia bastante mayor porque es sábado. Y en los días 16 al 19 se antoja que será bastante más complicado hacer entender a la multitud que esta calle, que sin ser de las de mejor visibilidad, sí que permitía acoger a unos cuantos cientos de espectadores, ya no está habilitada.

El disparo. Pirotecnia Zaragozana cuenta con la marca de calidad de Luis Brunchú. Debutaban en la plaza y su disparo fue, según el heredero de la saga, «un homenaje de respeto a la 'mascletà' tradicional valenciana de toda la vida. No podíamos hacer otra cosa». El disparo fue muy aseado y agradó a un público que se reunió en mayor cantidad que en otras ocasiones.

El turno de fallas invitadas incluyó, por mor del número de censo, a cuatro de Burjassot, incluyendo Espartero-Mestre Plasencia, a la que pertenecía Rocío Gil de niña. Al acabar todo el protocolo, Fuset le llevó la tarta de cucherías con la que se celebró el 27º cumpleaños de la fallera mayor.

Rocío nació en la Casa de la Salud. Estaba su madre en el palco y aseguraba que «fue un parto complicado. Empezó a las doce y duró hasta las ocho y pasó un tiempo en la incubadora». No sabían si sería niño o niña. «No lo quise saber». ¿Y el nombre? «Lo elegí yo. No tenemos ninguna Rocío en la familia. Simplemente, me gustaba». Acudieron también su hermana, con la que tiene una especial afinidad, y sus primos.