El surrealismo pop del artista Okuda San Miguel (Santander, 1980) que impregna la falla del Ayuntamiento de València de 2018 enamora por su policromía, aunque los más clásicos no entiendan el carácter transgresor de sus «ninots». Es el resumen de las opiniones recabadas ayer por Levante-EMV a pie de falla, mientras los aficionados a la mascletà se posicionaban en el centro de la plaza para disfrutar del disparo a cargo de Ricasa (Ricardo Caballer).

Una de las más madrugadoras y previsoras fueron Marisa y Asun, que custodiaban su posición preferencial en primera línea de valla varias horas antes de la mascletà, sentadas en dos sillas plegables. A estas vecinas de València no les desagrada el monumento municipal de este año. «Es más colorida y vistosa», señalan al unísono. De hecho la prefieren a la falla del año pasado, la torre de Calatrava hecha de «vareta» del artista fallero Manolo García que, admiten, no les gustó nada.

Junto a ellas también llega madrugador Salmitre, vecino de València, que protagonizó el rescate de un bañista en el puerto hace más de una década, explica a Levante-EMV. Salmitre se muestra crítico con el diseño elegido para 2018. «Se podría mejorar», defiende al ser interrogado sobre el colorista monumento de Okuda. «Es que a mí me gustan más los 'ninots' tradicionales, ¿sabes?», explica mientras Marisa y Asun asienten con la cabeza. A Salmitre la falla del año pasado tampoco le agradó. ¿Y cuál es su preferida?, le pregunta Levante-EMV. «Habría que retroceder a hace tres, cuatro o cinco años».

A José y su mujer, vecinos de Madrid, la miniencuesta sobre la falla municipal les pilla recién llegados de Madrid para ver las fiestas de Sant Josep por primera vez. Admiten que no han visto tantos monumentos como para formarse una opinión, pero alaban el colorismo de Okuda. «Me gusta mucho», admite José.

También son del agrado las formas coloristas de Okuda para el matrimonio formado por Maria del Carmen y Venancio, oriundos de Madrid y Toledo, pero que reparten su vida entre Estocolmo y Cullera. «Me parece fabulosa. Es una obra de arte impresionante», aseguran ambos mientras se fotografían con los ninots de colores imposibles de Okuda San Miguel. «Yo a las fallas sólo les pongo una pega, que los carteles explicativos si solo están en valenciano no se entienden», lamenta, aunque su mujer defiende que sí entiende los carteles. «Es más fácil leerlo que escucharlo».

A Rosa Ortega, otra vecina de València que también espera pacientemente la hora de la mascletà, también opina que la falla municipal de 2018 está «bien, no está tan mal» en comparación con la del año pasado «que no me gustó tanto como ésta».

David y César, vecinos de Massamagrell, pasean por la plaza del ayuntamiento ataviados con blusón fallero mientras describen los detalles del monumento de Okuda y los artistas falleros José Latorre y Gabriel Sanz. «Es muy moderna, más que la del año pasado», explican, mientras defienden que la falla municipal es la única que «puede innovar, por eso los responsables municipales tienen que ser valientes». Y de la misma opinión es Conchita, que no deja de fotografiar el monumento junto a su marido, quien considera la falla municipal de 2018 «muy original, moderna y actual» por lo que alaba que se usen «todos los estilos» en el monumento que representa a todos los valencianos.