Un número reina este año entre los ninots falleros: es el 155 y lleva detrás constituciones, banderas independentistas y al auténtico rey de la crítica, un tal Carles Puigdemont, monarca absoluto de la escena política en una edición fallera donde el procés y sus protagonistas se llevan la palma.

Aparece un gran Felipe VI en Na Jordana, que blande un gigantesco garrote tocado de corona mientras pastorea a 17 ovejas autonómicas. Una de ellas parece como un tanto descarriada y tiene un notable parecido con Puigdemont. Pero otra lleva el número 17, es la última, viste una peineta de fallera y no pasa desapercibido el cartel que arrastra como un pesado lastre que le obliga incluso a inclinar la cabeza: Per un finançament just. ¿Será una señal de que entre los valencianos empieza a calar la exigencia de mejor financiación? No es la única que se encuentra en un recorrido por las fallas especiales.

Estará más o menos conseguido pero no hay monumento que se precie este año que no recoja una escena del procés. Uno de los pasajes más logrados es el de Cuba Literato Azorín que recoge una escena con todos los actores. Un Puigdemont mesías de la nación catalana, un Junqueras predicador y una Forcadell espadachín con Madrid lazo amarillo en mano mientras en una escena que contemplan los jordis.

El contrapunto al dirigente independentista se lo da el presidente Rajoy. Igual brinda jarabe de palo a los independentistas en Convento Jerusalén que les receta una pócima mágica: el 155. La fórmula magistral d'arrel constitucional, recomanada pel doctor Rivera y sancionada por los galenos Sánchez y Rajoy. Todos ellos, junto al podemita Pablo Iglesias, que este año ha perdido presencia en la fiesta, son presentados como teletubbies, solo preocupados de sus juegos entre ellos.

En el segundo año después de Rita, que fue el ninot por excelencia durante lustros, un valenciano amenaza su trono. Es el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset. Almirante Cadarso lo sitúa en una especie de trono. Perefu es Perus Fusetus, una especie de nuevo San Pedro como redentor de las fallas valencianas. Su gran rival por la popularidad es el también concejal Giusseppe Grezzi subido a una bicicleta: «València tota rodà del fabulós carril bici y Grezzi ens ha recordat que suar té benefici». En una falla de Ruzafa lo presentan como una especie de muñeco diabólico subido a un triciclo y también le deslizan críticas por el cambio de horario de autobuses. «Un yayo pregunta a Grezzi per tornar-se del mercat. A quina hora passa el Trezzi puig l'horari l'han canviat».

Fuset es el rey de la crítica local, en gran competencia con la lideresa de su partido, Mónica Oltra. En la falla del Pilar, justo al lado de la sede de Compromís visten a la vicepresidenta con zamarra color senyera, como las que usa el Valencia CF, mientras exhibe una naranja al más vivo estilo Lizondo. Oltra también está en Convento Jerusalén junto a Puig. Los dos aparecen como guerrers de l'Albufera que defienden a València contra la restricción financiera: «Amb convicció d'un injust finançament lluiten contra l'opressió que fa el govern»,

El tripartito botánico, el Titánic que diría el PP, tiene una de sus mejores imágenes en la falla Pizarro-Cirilo Amorós. Allí están Ximo Puig renombrado barón del PSOE ahora marqués; una Mónica Oltra estilo heroína de la Edad Media que esta vez empuña en alto una espada que ha cambiado su nombre de Tizona a Atizona. Hasta el líder podemita Antonio Estañ tiene en este monumento su primer ninot cuando aún no lleva ni un año como líder valenciano de Podemos. El texto que lo acompaña resume a la perfección los avatares podemitas del último año más que ninguna crónica. «Està el comte Montiel abatut pel desengany, que en ser d'Íñigo fidel ara va a ser-ho d'Estany».

A su rival político, Isabel Bonig, la lideresa del PP, no es fácil encontrarla entre los ninots. Todavía no es tan conocida por el gran público. Pero sí tiene presencia en Almirante Cadarso en una foto junto a su idolatrada Margaret Thatcher. Una es el puny de ferro mientras la valenciana tiene al PP en un puny. Si Bonig aún no ha calado entre la crítica fallera quien sí tiene un espacio reservado es el expresidente Camps. En Regne de València-Duque de Calabria lo recuerdan en un juego de egos. «Li va baixar el ego a 'costa' de Ricardo». En otra aparece dentro un corazón partío con una foto de Camps y otra de Costa.

El amor roto. En Convento Jerusalén reza una contundente crítica a la corrupción valenciana: «Tenim el filtre degradat de tant que nos han furtat molt de temps als valencians, perquè entre corrupció i mala financiació ens foten en tots els Camps, però no tenim resposta del diners que aço ens Costa».

El titular de Educación, Vicent Marzà, empieza a abrirse paso entre los ninots con su política de impulso del plurilingüismo que no acaba de gustar a todo el mundo, ni al fallero. «Està el conseller Marzà en el seu plurilinguisme fa jocs de malabarisme imposant-lo al ciutadà», le dedican. En otra escena tiene que subirse a un grueso libro para ser visible.

En la zona de Ruzafa hay una crítica a Àpunt, la nueva televisión. Es una especie de Frankenstein que no acaba de arrancar. El alcalde Ribó es Don Quijote mientras su Rocinante es un caballo de madera con dos ruedas de bicicleta. Su escudero es un Grezzi convertido esta vez en Gollum de El señor de los anilos. Su tesoro es el carril bici que «excusant-se en el servici crea una tela d'aranya per a fer el carril bici més gran d'Espanya». Otro de los momentos estelares de la crónica local también está recogido,t, es el de las reinas magas. Trump, el líder coreano, Maduro y Putin centran la crónica internacional y en el año clave de la lucha por la igualdad Na Jordana dice: la llibertat és nom de dona, el seu crit alt i clar sona.