La Ofrenda de las Fallas es, en parte, un reencuentro con personas conocidas. Durante un año, las que ocupan el cargo de falleras mayores de València y cortes de honor disfrutan de un tratamiento muy especial. Sin embargo, el ciclo se cumple y, una vez finalizado, toca volver a la normalidad de la comisión. Y eso incluye regresar, en los años siguientes, como componentes normales de cada comisión.

Números en la mano se podría decir que una de cada sesenta participantes femeninas de la Ofrenda ha pertenecido a estos cargos honoríficos: sesenta mil mujeres tomaron parte en el festejo y son mil las falleras que han alcanzado el cargo desde 1980. Lógicamente, es una medida irreal porque no todas desfilan: por no pertenecer ya a la comisión, por no residir en València... pero con cierta regularidad, en el desfile de las comisiones aparecen esas caras conocidas. Falleras mayores que regresan al anonimato de ir en una fila normal (anonimato no siempre conseguido, porque es muy raro que no sean reconocidas por los "eruditos" del tema), Infantiles recientes que se han convertido en adolescentes, cortesanas que se estrenan como madres, falleras que doblaron en el cargo mayor e infantil... una parte de la historia de esta parte de la fiesta. Y en las jornadas de 17 y 18 repitieron el ritual.