En gran medida, la Ofrenda supone prácticamente el final de las fallas del año en curso. Para muchos, el día 19 prácticamente está de más. El cansancio ya es agotamiento y el programa de actividades va augurando que lo que se estaba esperando todo el año llega a su fin. Quizá por ello, la Ofrenda quería dilatarse en el tiempo y, a contraestilo de los últimos años, en el presente volvió a acumular unos sorprendentes retrasos. Sorprendentes porque la pasarela ha servido de indudable alivio. Sorprendentes porque la meteorología ha respetado. Y sorprendentes porque en la ciudad se notó en la tarde de ayer que el éxodo de visitantes había empezado. La cuestión es que el día 17 fue la calle de la Paz la que se retrasó mucho y en esta ocasión la responsable fue San Vicente.

Al parecer, el hecho de que hubiera pocas vallas en dicha vía provocó que espectadores y mirones se cruzaran repetidamente y retrasaran el paso de las comisiones. Lo único que consuela de alguna forma es que los últimos sectores este año son, precisamente, los que están más cerca de la plaza: Seu Xerea y Mercat, con lo que el «tute», sobre todo para los infantiles, fue menor. Así, Rocío Gil y la Corte de Honor no iniciaron su desfile sino hasta muy cerca de la una de la madrugada. En esta ocasión, la calle de la Paz, se portó bastante mejor y a las 12 y cuarto de la noche la plaza de San Bult ya cerraba ese acceso con todavía mucho por andar en San Vicente.

La Ofrenda sirve para detectar ciertas realidades. Y una de ellas es que la fiesta fallera empieza a recuperarse de la crisis económica. ¿Cuál es el indicador? Muy sencillo: En los años complicados hubo ediciones en las que los vestidores tuvieron verdaderos problemas para rellenar completamente el «cadafal» de la imagen. Los ramos que traían las falleras tenían muy poquita flor. Ayer, cuando todavía faltaban dos sectores por pasar, no solamente estaba completo sino que se recuperaba la agradable sensación de extender una cola a espaldas de la imagen. Empieza a haber más alivio en los bolsillos de las comisiones.

La Ofrenda 2018 también será recordada por la incorporación por primera vez de dos narradoras, esas voces voluntarias, dedicadas a narrar la llegada de cada comisión tratando de no pisarse unos a otros y echándole mucha imaginación. Ángeles y Paloma, como ya hicieron en el intercambio de fotos, aportaron ese hito. Sus voces y las del resto de miembros de la JCF saludaron la entrada de algo más de 100.000 participantes (la celebración en fin de semana permite que acudan las comisiones en plenitud). La fiesta avanza inexorable hacia su final.