No es un trabajo fácil y es difícil no llevártelo a casa. Mi madre también lo es y hablamos mucho de nuestros casos. Ella con la experiencia y yo con la visión entusiasta de quien lleva poco tiempo. Te hace vivir la vida de otra forma. Soy más consciente de lo que hay a mi alrededor y entiendo la realidad de personas que, a veces, estigmatizamos o juzgamos sin conocer su realidad. "Este chaval ha robado. ¡Ya le vale!". Bueno, vamos a ver el porqué antes de prejuzgar. Y lo más importante: cuando ves cuando salen adelante, la satisfacción es enorme». Reflexiones mayúsculas que hacen honor al trabajo de Ana Vila, quien además de fallera convencida, es educadora social, labor que desempeña todos los días en Turís. «Trabajo en los Servicios Sociales y, en concreto, trabajo con la población en riesgo de exclusión social. Estoy en la intervención con familias y sus menores, que pueden tener desprotección». En definitiva, «intentar reconducir su vida. Ahora en verano, por ejemplo, les damos clases para que sean auxiliares de los monitores en la escuela de verano. Para que aprendan a tener responsabilidades».

Y fallera «desde un mes antes de nacer». En «l'apuntà» del marzo anterior a su nacimiento, en abril, hace 25 años. «Mi madre era de esta comisión desde jovencita y no me he borrado nunca». No borrarse nunca, con los terremotos que ha sufrido esta comisión, tiene mérito. «Mi época de adolescente fue muy candente. Tanto, que de mi edad no hay nadie. Pero como en una falla todos somos una familia no me importa estar con gente de otra edad». Tal como llegaron a estar las cosas años atrás «había momentos, en enero, que flaqueabas y pensabas: «el año que viene no sigo». pero, luego llegaba marzo, recuerdas lo fallera que eres y que no puedes ser más que fallera. Y seguía. Y sigo».

Contendrá la respiración su comisión. Y la contendrán en Titaguas, de donde es no su familia. O si. «Mi abuelo, cuando nació, tuvo una madre de leche, que era de Titaguas. Y que es mi «bisabuela». Ahora tenemos una familia de leche desde hace dos generaciones. Hay veces que estas relaciones son incluso más fuertes que las de sangre». Y tanta es la relación con la «villa de leche» que «este año, cuando fui fallera mayor, pedí que la banda de música fuera la de Titaguas. El día de la Ofrenda, cuando se me recogió en casa... no me llegué a dar cuneta de la cantidad de gente que había venido de allí». Y también por ello ha sido festera de la Vendimia. «No he sido reina porque tenía amigas que querían ser y yo tenía aquí la falla y tenía la ilusión de ser fallera mayor». «El año pasado no hubo en la comisión, pero estas cosas hay que hablarlas en casa. Sin mis padres no habría podido. Se alinearon los planetas y los astros. Ana, la posibilidad está este año. Y no lo desaproveché».