Grabador Esteve-Cirilo Amorós está que se sale en su historia reciente. Cada vez son más y cada vez lo hacen mejor. Y no les hace falta decir que «sólo les falta tener suerte en la corte de honor» porque llevan cuatro durante el Siglo XXI. Todas infantiles. Una de ellas fue Amparo Herrero Corell, en el año 2007. «Yo era muy pequeña todavía». Es su prima, Ana Corell, quien ahora opta a continuar la racha y recuperar un puesto en la corte grande que sólo logró Eugenia Vallet, en 1999. Un apellido muy extendido en la comisión «toda mi familia es de València ciudad, tanto la de mi padre como la de mi madre. y falleros. En el caso de mi madre, más mis tías, que todas fueron falleras mayores de Grabador. Y por la de mi padre está mi prima, que fue de la corte». Parece que fue ayer, pero el tiempo pasa rápido: «¡Amparo es más mayor que yo!». Y con el toque noble: su tía es la Baronesa de Alaquàs, «pero lo es por parte de su marido».

Fallera mayor rápido, rápido, con cuatro años en la comisión y diecinueve de edad. «En mi comisión suelen ser muy jóvenes. El año pasado, por ejemplo, fue una de mis primas,que tiene un año menos que yo. Y la anterior fue otra prima, que tiene mi edad, por lo que lo fue con 18. De normal es así». Y en su caso «porque tuve la suerte, además, de que nadie quería ser y me cedieron el sitio». Admite que «por antiguedad no me habría tocado». Aún así, ¿cómo puede ser que no hubiera fallera mayor en una comisión que tiene casi 250 mujeres adultas? «Son momentos. Hay veces que todas quieren ser y otras que no aparece. Depende de lo que pasa en cada caso, en los estudios..». Y no se lo pensó. No tuvo en cuenta tendencias de edad. «Ha sido muy fácil este año. Lo he podido compaginar. Estudiaba mucho en casa, aunque, claro, acudía también a clases, pero me he saltado muy pocas muy pocas. Mis asignaturas son cuatrimestrales y me examinaba en enero y en junio». Ana ha hecho «tercero de Derecho con título especialista en Internacional y Europeo. Ámbito internacional en general, incluyendo asignaturas en inglés». Precisamente en el ámbito académico, en el colegio, ya ostentó el cargo de «fallera mayor». Unos estudios que ha compaginado con trabajos «en un catering hasta este año. El trabajo era los fines de semana y teníamos muchos actos». ¿Por qué? «Me sabía mal pedirle dinero a mis padres y cuando una tiene el suyo propio se siente mejor... y gastártelo en lo que tú quieres».

Le gustan los idiomas «y creo que se me dan bien». Hasta el punto de atreverse con el chino, no como moda pasajera, fácilmente desinflable, sino batallando con el mandarín «durante cuatro años. Es muy interesante, pero complicado de controlarlo. Era una época en la que estaba tan demandado...», aunque es de los no pocos que empiezan a pensar que «al final, nos entenderemos con ellos en inglés».

Impresiona su planta «y soy la bajita de la familia. Mi hermano, que es más pequeño que yo, es más alto». Ella ve el mundo, sin tacones, desde la atalaya de 1,77 metros. Pero puede seguir mirando hacia las alturas. En septiembre.